viernes, 2 de julio de 2010
CARTA A MI PADRE
“Honraras a tu padre y a tu madre”
Mandamiento de la Ley de Dios
Viejo querido:
Este año se cumplen 31 años que tomaste la decisión de dejarnos, agobiado por las circunstancias que nuestra familia vivía, y tus queridas Fuerzas Armadas, mantenían a tu hijo preso y puesto a disposición del Poder Ejecutivo, y no alcanzaste a verme libre, tan solo un mes después de tu partida. Allí empezó mi reivindicación, ya que la propia justicia me sobreseyó de los cargos que me habían formulado tus camaradas. Tenías razón, las cosas se iban a encaminar y la verdad saldría a la luz.
89 años viejo querido, cumplirías el próximo 15 de julio y, resiento tanto tu ausencia en estos momentos en que necesito y desearía tenerte a mi lado y poder contar con tu palabra, cariño, y consejo, que nunca me falto en los duros momentos que me tocaron vivir en la época del Proceso.
Estamos viviendo, con las diferencias propias del paso del tiempo y cambios en el mundo, un proceso muy parecido a de los setenta: crispación, enfrentamientos, un poder autista, tan o más conflictivo como aquellos tiempos, con una sociedad enfrentada, y con pocas luces en el futuro, porque el egoísmo de los hombres esta por encina de la visión nacional de prosperidad y cordura, que debería caracterizar estos tiempos que estamos viviendo.
Tus camaradas, aquellos que sobrevivieron al ataque artero del terrorismo nihilista, están siendo juzgados y encarcelados, ya viejos y enfermos, mas en un acto de venganza que en un proceso de justicia. Los “imberbes” terroristas que le declararon la guerra al orden Constitucional se pavonean por las calles o desde el poder con importantes cargos y funciones en el Gobierno Nacional.
Los terroristas que te persiguieron e intentaron matarte en reiteradas oportunidades han sido declarados delincuentes comunes y, por lo tanto sus actos de barbarie que se llevaron al Negro Quijada, Larrabure, Viola, Cáceres Monié y otros, como así también a Jorge Quiroga, tienen sus delitos prescriptos, pero los que defendiendo el orden Constitucional están siendo juzgados por crímenes de lesa humanidad y declarados genocidas.
Te cuento, viejo, que indirectamente vos has sido declarado genocida, ya que estos psicópatas que nos gobiernan han sacado una ley que faculta a las victimas y/o herederos de los hechos del 16 de Junio de 1955 a acceder a las leyes reparatorias que ha establecido el estado.
El próximo lunes asistiré a la presentación del libro de Juan Bautista “Tata” Jofre, que corresponde a una zaga de libros en el que narra lo ocurrido en nuestro país desde la aparición del terrorismo, sus consecuencias y desenlace. Estará presente Eduardo Duhalde, que asumiera la Presidencia de la Nación en críticos y caóticos momentos de nuestro pasado reciente. Su presencia es todo un mensaje, sobre todo ante la necesidad de buscar concordia, paz interior y consenso ante difíciles circunstancias políticas, como las que estamos viviendo.
Ya estoy envejeciendo, viejo, y ello no es gratuito, sobrellevo duros momentos que a veces me quitan la esperanza, ya que para lo único que dicen que soy joven es para morir, pero Dios es inmensamente generoso y lo ha sido conmigo, dándome una familia maravillosa, y tus dos nietos, que nunca pudiste conocer, son todo un ejemplo de esfuerzo y dedicación y, Yoyita, se ha transformado en el soporte moral y económico de todos nosotros con una ejemplaridad que siempre la ha caracterizado. Ellos me mantienen con fe y esperanza y a la corta o a la larga, creo que venceré. Nada mal me vendría un abrazo fuerte, tosco y silencioso como los que vos solías darnos en los momentos duros que debíamos atravesar.
No puedo dejar de valorar la inmensa herencia que nos dejaste, es esa que no se pierde en un futuro, o en un pase de bonos, o en un acto discrecional del gobierno en lo económico, la educación, la persistencia para que nos adentráramos en el libro, que tuviéramos mente y corazón abierto sin perjuicios y sin estigmas, ello me permite mantener la cordura y a través de la fe religiosa, la tranquilidad espiritual tan importante frente a la adversidad y, sobre todo la ejemplaridad de mi familia.
Discúlpame si no voy a visitarte, no es en el cementerio en donde te encuentras, es en mi corazón, en mis pensamientos, y a cada instante trato de pensar que me dirías ante determinadas circunstancia y, debo decirte que no tengo tu valor y determinación para tomar las determinaciones que a veces se me pasan por la cabeza, en ello a lo mejor te estoy fallando.
Hasta aquí llego, viejo querido, no dejare pasar mas tanto tiempo sin hablarte y contarte mis cuitas, ya que, no sé porque la razón, la injuria y la infamia ha vuelto a caer sobre mis hombros y la madera de los hombres maduros de hoy no es la madera de aquellos que, habiendo sido tus amigos y compañeros, se aferraban fuertemente a ese lazo de amistad, cariño y solidaridad.
Perdóname que interrumpa tu descanso, pero necesitaba hablarte, contarte mi presente, en este contexto tan convulsivo y lamento que, el futuro de nuestra patria no sea aquel por el cual, en el fondo, entregaste tu vida.
Un gran abrazo en el espíritu, viejo y querido Capitán,
Tu hijo Enrique
Mandamiento de la Ley de Dios
Viejo querido:
Este año se cumplen 31 años que tomaste la decisión de dejarnos, agobiado por las circunstancias que nuestra familia vivía, y tus queridas Fuerzas Armadas, mantenían a tu hijo preso y puesto a disposición del Poder Ejecutivo, y no alcanzaste a verme libre, tan solo un mes después de tu partida. Allí empezó mi reivindicación, ya que la propia justicia me sobreseyó de los cargos que me habían formulado tus camaradas. Tenías razón, las cosas se iban a encaminar y la verdad saldría a la luz.
89 años viejo querido, cumplirías el próximo 15 de julio y, resiento tanto tu ausencia en estos momentos en que necesito y desearía tenerte a mi lado y poder contar con tu palabra, cariño, y consejo, que nunca me falto en los duros momentos que me tocaron vivir en la época del Proceso.
Estamos viviendo, con las diferencias propias del paso del tiempo y cambios en el mundo, un proceso muy parecido a de los setenta: crispación, enfrentamientos, un poder autista, tan o más conflictivo como aquellos tiempos, con una sociedad enfrentada, y con pocas luces en el futuro, porque el egoísmo de los hombres esta por encina de la visión nacional de prosperidad y cordura, que debería caracterizar estos tiempos que estamos viviendo.
Tus camaradas, aquellos que sobrevivieron al ataque artero del terrorismo nihilista, están siendo juzgados y encarcelados, ya viejos y enfermos, mas en un acto de venganza que en un proceso de justicia. Los “imberbes” terroristas que le declararon la guerra al orden Constitucional se pavonean por las calles o desde el poder con importantes cargos y funciones en el Gobierno Nacional.
Los terroristas que te persiguieron e intentaron matarte en reiteradas oportunidades han sido declarados delincuentes comunes y, por lo tanto sus actos de barbarie que se llevaron al Negro Quijada, Larrabure, Viola, Cáceres Monié y otros, como así también a Jorge Quiroga, tienen sus delitos prescriptos, pero los que defendiendo el orden Constitucional están siendo juzgados por crímenes de lesa humanidad y declarados genocidas.
Te cuento, viejo, que indirectamente vos has sido declarado genocida, ya que estos psicópatas que nos gobiernan han sacado una ley que faculta a las victimas y/o herederos de los hechos del 16 de Junio de 1955 a acceder a las leyes reparatorias que ha establecido el estado.
El próximo lunes asistiré a la presentación del libro de Juan Bautista “Tata” Jofre, que corresponde a una zaga de libros en el que narra lo ocurrido en nuestro país desde la aparición del terrorismo, sus consecuencias y desenlace. Estará presente Eduardo Duhalde, que asumiera la Presidencia de la Nación en críticos y caóticos momentos de nuestro pasado reciente. Su presencia es todo un mensaje, sobre todo ante la necesidad de buscar concordia, paz interior y consenso ante difíciles circunstancias políticas, como las que estamos viviendo.
Ya estoy envejeciendo, viejo, y ello no es gratuito, sobrellevo duros momentos que a veces me quitan la esperanza, ya que para lo único que dicen que soy joven es para morir, pero Dios es inmensamente generoso y lo ha sido conmigo, dándome una familia maravillosa, y tus dos nietos, que nunca pudiste conocer, son todo un ejemplo de esfuerzo y dedicación y, Yoyita, se ha transformado en el soporte moral y económico de todos nosotros con una ejemplaridad que siempre la ha caracterizado. Ellos me mantienen con fe y esperanza y a la corta o a la larga, creo que venceré. Nada mal me vendría un abrazo fuerte, tosco y silencioso como los que vos solías darnos en los momentos duros que debíamos atravesar.
No puedo dejar de valorar la inmensa herencia que nos dejaste, es esa que no se pierde en un futuro, o en un pase de bonos, o en un acto discrecional del gobierno en lo económico, la educación, la persistencia para que nos adentráramos en el libro, que tuviéramos mente y corazón abierto sin perjuicios y sin estigmas, ello me permite mantener la cordura y a través de la fe religiosa, la tranquilidad espiritual tan importante frente a la adversidad y, sobre todo la ejemplaridad de mi familia.
Discúlpame si no voy a visitarte, no es en el cementerio en donde te encuentras, es en mi corazón, en mis pensamientos, y a cada instante trato de pensar que me dirías ante determinadas circunstancia y, debo decirte que no tengo tu valor y determinación para tomar las determinaciones que a veces se me pasan por la cabeza, en ello a lo mejor te estoy fallando.
Hasta aquí llego, viejo querido, no dejare pasar mas tanto tiempo sin hablarte y contarte mis cuitas, ya que, no sé porque la razón, la injuria y la infamia ha vuelto a caer sobre mis hombros y la madera de los hombres maduros de hoy no es la madera de aquellos que, habiendo sido tus amigos y compañeros, se aferraban fuertemente a ese lazo de amistad, cariño y solidaridad.
Perdóname que interrumpa tu descanso, pero necesitaba hablarte, contarte mi presente, en este contexto tan convulsivo y lamento que, el futuro de nuestra patria no sea aquel por el cual, en el fondo, entregaste tu vida.
Un gran abrazo en el espíritu, viejo y querido Capitán,
Tu hijo Enrique
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