lunes, 29 de marzo de 2010

“EL AJUSTE”

Curiosamente, en la argentina de los superávits gemelos, léase fiscal y comercial, del crecimiento pese a la crisis, de la inclusión y la redistribución del ingreso, una palabra se ha instalado en el colectivo imaginario: “El ajuste”.
El crecimiento del gasto público en la argentina es alarmante, el estado no tiene escuelas y fija los salarios básicos de los docentes, la Nación no tiene salud y fija la política sanitaria y hospitalaria, se han olvidado que Cavallo le transfirió estos servicios esenciales a las provincias pero no les paso un peso.
Por otra parte la Constitución del 94, hacia una partición de los ingresos nacionales que le garantizaban a las provincias argentinas, cuanto menos el 40% de la recaudación impositiva, hoy está cercana al 25% y bajando, lo que implica que los estados provinciales deban ser funcionales al gobierno nacional.
En los 90 se hablaba de privatizaciones como reformas estructurales, para pasar de la ineficiencia del estado y el clientelismo político, a la privatización, de allí, que mal o bien, con esas privatizaciones muchos sectores que se modernizaron y, aparecieron los teléfonos, las inversiones energéticas, y el estado dejo de subsidiar a estos rubros pero, el gasto público no bajo, Cavallo rehízo dos veces el valor del PBI, y el gasto público no bajaba del 35% del mismo, los empréstitos, préstamos del FMI, u otras organizaciones multilaterales y privadas, hacían cheques a lo loco para financiar un gasto estatal que no se detenía.
Vinieron otros y la argentina estallo, exportar no era rentable, ya que los costos, así como no tienen techo, si tienen piso, y aun lo que alcanzaron su piso no pudieron competir con los pares del mundo, digamos también que en ese periodo, la bonanza en los productos primarios todavía no había asomado.
El golpe institucional, provocado por la crisis económica llevo a un profundo ajuste que paralizo a la nación e insolvento a personas y empresas.
La deuda externa era y sigue siendo impagable, no importa qué porcentaje del PBI representa y, lo más atractivo de este esquema es que nadie pretende cobrarla, simplemente quiere tener la tranquilidad de que, haciendo las cosas bien, la misma pueda ser servida con puntualidad. Esto es válido para los países emergentes (subdesarrollados), como para los países ricos y del primer mundo.
Cuando el gasto público se desmadra, las cosas empiezan a tener otra dimensión ya que el financiamiento tiene su lógica, y esa lógica dice, “locuras” no financiamos. Esto es subsidios, obras públicas con precios exorbitantes, estrangulamiento de las actividades productivas, ineficiencia fiscal, apropiación de fondos provinciales e impuestos distorsivos, todo esto conspira contra una sola cosa, la única que hace que un país crezca y se desarrolle: la inversión.
Sin inversión, no hay oferta más abundante y de calidad, por lo tanto ajusto por precio, léase reacomodamiento, tensión o inflación; cuando la oferta se ajusta por precio, vienen las tensiones sociales, esto es más aumentos de salarios y, allí comienza la carrera entre el capital y el trabajo, cuando el estado gasta mal y en demasía, y nadie lo financia, entonces inventamos reservas de libre disponibilidad, ganancias del Banco Central, manotazo a las jubilaciones, colocación de títulos compulsivos a las entidades financieras, la emisión espuria y descontrolada de dinero y, con toda esta ensalada, preparamos una bien sazonada inflación que, escondemos detrás del fraude estadístico tomándole el pelo a la ciudadanía, de cualquier condición social y a los sectores que deben mirar con un prisma de inversión.
Nadie cree en el INDEC y sus índices, la CGT ha creado una secretaria ad hoc para medir el costo de vida, ya que no quiere ser engañada en la discusión paritaria. Han números inflacionarios para todos los gustos, desde el 20% los más prudentes, hasta más del 30% lo más realistas, lo cierto es que sea el 20 o el 30, argentina está entre los 5 países de mayor nivel de inflación en el mundo serio.
Según el INDEC, División Cuentas Nacionales, el PBI argentino es de 394.000 millones de pesos, entre el 2007 y diciembre del 2009 se fueron se fugaron cerca de USD 40.000 millones de dólares, si tomamos un dólar promedio de $ 3.80, representa $ 152.000 millones, o sea el equivalente de 39% del producto, o hubiéramos alcanzado USD 100.000 millones de reservas según el Dr. Lavagna, o si estuviéramos en una política seria de desendeudamientos, hubiéramos podido bajar la deuda externa de USD 170.000 millones a USD 130.000 millones. ¿Qué tal?, y conste que esta es una cuenta de almacenero que cualquiera puede realizar.
No me atrevería a decir cuántos puentes, rutas cloacas, agua potable, escuelas, hospitales hubiéramos podido hacer, pero me imagino que mucho y bien.
Este año se espera cerca de los USD 12/15.000 millones de saldo comercial, veremos a fin de año en cuanto aumentan las reservas o cuanto de esto sigue la ruta de la fuga, esto es de la desconfianza.
El Gobierno dice “no al ajuste” pero no genera ni el clima ni el espacio cuanto menos para la fuga de capitales ni que decir de la inversión y si se llegara a aprobar la nueva Ley de Concursos y Quiebras, daría por tierra con la propiedad privada.
Pero el gobierno ajusta, ¿Cómo si hemos dicho que no ajusta?, lo hace con el más dañino y distorsivo método existente, con inflación, obviamente que no cree que esto sea así, el INDEC nos dice otra cosa. Pero la realidad, de la mano de los ciudadanos nos muestra otra cosa, menos productos en el changuito con la misma cantidad de dinero, más cara la medicina pre-paga, más caros los seguros, las expensas, falta nafta y gas oíl, esto es más pobreza, mas indigencia y mas desconfianza, inseguridad y, por ende la puerta de salida de divisas es más grande que la puerta de entrada.
Este ajuste inflacionario no es inocuo, en algún momento las variables de la economía se van a sincerar, ya que no se puede vivir siempre en el engaño y a las escondidas. En el 70 vino Rodrigo, en los 80 la hiperinflación, el 2000 el crack institucional, político y económico, no quiero imaginarme que seguirá a este desaguisado.
La Presidente del Banco Central, parece que no aprendió nada de lo ocurrido y quiere transformar al Banco Central en una especie de BANADE, al igual que algunos sectores de la izquierda, con su famoso Fondo del Desarrollo, o no entienden, o no han avanzado en sus concepciones, pero el Banco Central tiene aquí, y en el resto del mundo un factor regulatorio de la cantidad de moneda en las sociedades.
La inflación adelanta consumos, conformación de stocks en las empresas, por lo tanto “chau” ahorro y sin ahorro no hay fuentes de financiamiento y, el poco existente está disponible a tasas impagables.
Por lo tanto la inflación es un síndrome colectivo que afecta a todos, unos más que otros pero todos estamos presos de sus consecuencias.
La argentina necesita imperiosamente un plan productivo de inversión, liberando las fuerzas de la producción, controlando el gasto público y desenredar la madeja de subsidios clientelistas existentes y consensuar entre las fuerzas políticas una férrea disciplina fiscal y monetaria, que nos indique que el camino a seguir es de reducción inflacionaria en el tiempo, y que la prioridad es el trabajo, para ello se hace necesario, entre otras cosas, pensar firmemente en los Pecados Sociales que debemos rectificar y/o enmendar, y que bien señalara Gandhi: 1) Politica sin principios; 2) Comercio sin Moral, 3) Riqueza sin trabajo; 4)Ciencia sin humanidad, 5) Placer sin conciencia, 6) Religión sin sacrificio, 7) Educación sin carácter y empezar a enmendar nuestros comportamientos, como clase dirigente o como actores ciudadanos.
Crisis mediante, hay un mundo alla afuera que mira con apetencia las riquezas que nuestra Nación puede proveer, con eficiencia y calidad, dejémonos de discursos y, como decía Ortega y Gasset, “argentinos a las cosas”.

No hay comentarios: