lunes, 8 de marzo de 2010

PIDO ATENCION SEÑORES, POR VOLUNTAD DE DIOS SE FUE UN AMIGO

“No le buscamos la quinta pata al gato, ni tampoco lo dejamos rengo”
Juan Carlos Sánchez Dodorico
Editor de Politica y Desarrollo (PyD)


Hay en la vida de las personas, siempre, personajes que uno admira, intenta imitar, y de los cuales saca aprendizajes valiosos que sirven para el desarrollo personal, profesional e intelectual. Yo he tenido la suerte de que pasaran por mi vida, no muchos, pero si algunos que podría definir como mis mentores.
En mis años de estudiante de Derecho, apasionado por la historia de mi país, tuve la suerte de poder conocer, tratar y aprender mucho de ese Jesuita genial que fuera Leonardo Castellani, de pensamiento profundo, pluma incisiva y con una mirada muy particular sobre la evolución de la política y la historia. Paginas memorables de sus libros deglutí en esos tiempos, como “El Apocalipsis de San Juan”, “El Nuevo Gobierno de Sancho”, “Los Papeles de Benjamín Benavidez”, entre otros títulos, que forman parte de su obra literaria iniciada por alla en 1946, graduado en Filosofía en la Universidad de la Sorbona y Teología en la Universidad Gregoriana de Roma. Fue Castellani, un hombre de profunda fe religiosa, pero a su vez muy controvertido y polémico.
Recuerdo cuando, en 1966 le dije a mi padre que quería hablar con un político, ya que desde mi encanto por la historia, había nacido en mí una necesidad de expresión política y, fue de su mano que conocí al Dr. Arturo Frondizi a quien visite con mi padre en junio de ese año en el Centro de Estudios Nacionales, lugar al cual Frondizi había dedicado mucho de su tiempo y era, en ese entonces un lugar de aprendizaje político. Paradójicamente, mi padre, había pedido su retiro de la Marina de Guerra (hoy Armada Argentina) el 1° de Mayo de 1958, día en el cual Arturo Frondizi juraba a la Presidencia de la Nación, en desacuerdo con su acceso al cargo con los votos del Peronismo, en virtud de un acuerdo sellado entre la UCRI y Perón. Estuve cerca de el hasta que, en 1995 falleciera. Hoy quizás el político más citado y más reconocido por su intelectualidad, su férrea convicción por el desarrollo y su generosa capacidad de olvidar agravios y rencores en pos de un futuro productivo nacional y una fuerte convicción por los valores de la educación, la libertad y las instituciones del país.
Cuando me inicie en la carrera financiera, AFR (perdonen si no escribo su nombre, porque vive y estamos distanciados) fue un modelo de profesional en su actividad, debió ejercer cargos públicos provinciales y nacionales en momentos muy convulsionados de la Republica y enfrento su momento y su circunstancia con eficiencia y criteriosidad que, yo desde mi posición no puedo juzgar, pero si respetar y admirar, por la integridad y honradez que caracterizo su paso por la función pública. Me honró, en varias ocasiones permitiendo colaborar con él y con su palabra de recomendación en momentos complejos de mi vida profesional.
Estando en la ciudad de Nueva York, hace ya algunos años, AFR me comento sobre un libro que había leído y lo había atraído, cuyo autor no recuerdo, pero que se titulaba “The necessary Losses”, (Las perdidas necesarias), ambos hemos aprendido de ese libro lo que implican y las hemos padecido y sobrellevado, con mayor o menor dignidad. Hoy, al igual que ayer, recuerdo ese libro porque otro de los hombres que ha impulsado mis energías y mis anhelos, en lo político y lo periodístico, ha muerto.
Juan Carlos Sánchez Dodorico, Editor de Politica y Desarrollo, político, periodista, firme defensor de los Derechos Humanos integrales, de extracción Sindical, culto, polemista, cascarrabias pero afectuoso, amplio en la discusión, firme en sus creencias religiosas expresados en otro órgano digital de su creación Diario7, se ha ido luego de una corta pero fulminante enfermedad que lo postro hace tan solo dos meses.
Juan Carlos, quien a fines del 2009 fue huésped en mi casa, y ambos compartimos tertulias inolvidables, alguna de ellas con la presencia de mis hijos aun adolescentes, concurriendo ambos al cierre del ciclo de coloquios del Movimiento Productivo Argentino de ese año, pudimos intercambias ideas, algunas en coincidencia otras no tanto, terminamos de cerrar un ciclo de acercamiento personal que se había iniciado alla por en el 2007, cuando Juan Carlos me incito y apoyo para que su medio fuera un canal de expresión de mis idea políticas y me alentó a hacerlo siempre con simpatía pero también con mucha perseverancia. Debo a Juan Carlos Sánchez Dodorico, en este otoño de mi vida, la oportunidad de haber podido volver a mis sueños de estudiante, de juventud, al que por las circunstancias de mi vida, tuve que dejar dormidos.
Juan Carlos Sánchez Dodorico, despertó en mi nuevamente el interés por el análisis de la cosa pública, por lo político y económico y me facilito su medio para que fuera mi canal de expresión.
Mañana, a las 8 hs. De la mañana, en su querida ciudad de Santa Fe, será enterrado, seguramente en compañía de su esposa, hijos amigos y conmilitones y habrá alguno que levantara su vos para, en la despedida, resaltar las cualidades de hombre que, en público y en privado, hizo de la coherencia en el pensamiento, un estandarte de su vida activa.
No puedo decir, para terminar, el obvio panegírico de estos casos, “que descanse en paz”, porque sé que en sus últimos días, cansado pero enérgico, ansiaba como todos los hombres de bien en este país, ver a su argentina, a nuestra argentina, levantada, de pie, orgullosa frente al concierto de las naciones, prospera e inclusiva, educada y racional, gobernada y no conducida, en donde la sensatez y el bien común fueran un paradigma común entre sus conciudadanos y por el que tanto brego desde sus medios y columnas.
Otros, nosotros, seguiremos sus luchas, con la luz, la esperanza y la palabra, aceptando la modernidad y su evolución, pero sustentándonos en los principios humanistas de la educación en la que fuimos forjados, él desde la escuela pública de excelencia y yo, desde la privada complementaria. Quedan sus opiniones plasmadas en miles de artículos, reportajes y charlas, que tanto en el auditorio público, como en la intimidad de la tertulia, le permitieron granjearse el respeto y afecto de sus interlocutores.
Seguiremos pues, “sin buscarle la quinta parta al gato, y menos dejarlo rengo”, una frase irónica pero bien contundente de los ejemplos que hoy vemos en nuestra Nación.

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