viernes, 10 de enero de 2014
LA CALMA ANTES DE LA TORMENTA
Mientras gran parte de la ciudadanía está de vacaciones, ya
sea descansando de un año complejo y traumático o, preparándose para un año
complejo y traumático, se suceden en el gobierno algunos problemas serios y de
resolución compleja y, por supuesto no inmediatos.
Si bien el tipo de cambio es el que absorbe las principales
miradas y el gobierno devalúa a un ritmo del 35% anual, no puede contener al
dólar paralelo que mantiene una brecha del orden del 60% con el tipo de cambio oficial
y, con ello, el BCRA pretende desalentar importaciones y fomentar el ingreso de
divisas por exportaciones que al menos no produzcan una continua caída en las
reservas que, a la fecha están en aproximadamente USD 30.440 millones, cifra
paupérrima si consideramos los dólares que necesita la economía para responder
a compromisos financieros internacionales y la importación de energía, ya sea
eléctrica de los países vecinos o hidrocarburos y gas de los países fuertemente
productores.
Desde el Ministerio de planificación no se cansan de decir
que no tenemos problemas con la generación, sino que la desinversión está en la
distribución y por ende acusan a EDENOR y EDESUR de no haber hecho las
inversiones suficientes en el sector en el que actúan, mientras por el otro
lado importamos esta energía de Uruguay. Estamos pues ante una nueva
contradicción del gobierno que se desdice en los hechos de su propio discurso.
Pedirle a Dios que modere los efectos del clima es quizás la
única medida razonable que el gobierno viene aplicando y, por estos días, al
menos en muchos lugares del país le esta dando resultado.
Pero el invierno llegara y el verano aun no ha concluido y
los expertos estiman que para resolver el problema el gobierno deberá disponer
entre USD 10.000/13.000 millones por año para poder empezar a resolver la
cuestión energética.
Argentina no tiene acceso a los mercados de crédito
internacional, la falta de credibilidad, reglas claras y permanentes y la
tendencia a la confiscación no son el mejor de los antecedentes para seducir a
la inversión externa, hoy abundante y barata.
Roberto Alemán solía decir que los argentinos, aun en los
peores momentos se las ingeniaban para ahorrar, por supuesto en dólares, ya sea
en el exterior o en el tarro de yerba pero ahorraban, sin embargo el gobierno
se empecina en colocar restricciones que a diario se vulneran y generan un
mayor descontrol en la economía que, además necesita financiar un déficit de
cerca del 4,5% del PBI y que todo hace suponer se incrementara en 2014, cuando
las paritarias entre con virulencia en el escenario económico.
Un nuevo acuerdo de precios se ha sellado, convalidando
subas en los productos de mayor demanda y necesidad del orden del 150/200%, por
lo tanto si bien estos “acuerdos” o
“congelamientos” jamás han dado resultado, antes de marzo y en prevención de
las subas salariales estaremos frente a un nuevo fracaso que, como en este
caso, ya se manifestó antes de implementarse.
¿Por qué se niega el gobierno a realizar un plan
antiinflacionario?, básicamente porque su relato abjura de los ajustes, aunque
de forma gradual y cuotificada lo viene realizando, con efectos sobre el poder
adquisitivo que no distrae a las principales organizaciones sindicales y que,
al igual que el estallido policial veremos en los próximos meses.
Una de las características de la “convertibilidad” era que
el gobierno debía financiar los desequilibrios con recursos genuinos, sean
estos de los impuestos o del endeudamiento pero no a través de la emisión
monetaria tal como se hace hoy o hipotecando las jubilaciones futuras o
empapelando al Banco Nación. Mas de esto veremos en el 2014 y por lo tanto no
hay que abrigar esperanzas de cambios en la política, sino un incremento de la
impericia que es lo que ha demostrado este gobierno al dilapidar el fuerte
crecimiento económico al que el mundo
nos impulso en los primeros años del Kirchnerismo.
¿Cuánto durara la calma? Dependerá de muchos factores:
monetarios, fiscales y cambiarios, pero por encima de ellos por el
comportamiento de la economía en las empresas, la caída del empleo y el
crecimiento de la economía que, por el momento se lo anuncia paupérrimo.
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