viernes, 11 de septiembre de 2009

No levantar falso testimonio ni mentir (8° Mandamiento de la ley de Dios)


Corremos un gran riesgo, quizás el peor: silenciar a los hombres que desde el periodismo muestran sin reparo alguno como los que nos Gobiernan hacen del “falso testimonio y la mentira” un estilo político y de gobierno.

Por Enrique García-Mansilla

Richard Nixon fue reelegido Presidente de los EEUU con un porcentaje de votos que supero el 50% en el año 1972. Era un momento muy importante para USA, ya que entre otros problemas debía enfrentar una guerra en Vietnam que no le era favorable, los conflictos en Medio Oriente no se la hacían fácil y había atravesaría la crisis petroleras más importantes del siglo.

Dos periodistas del Washington Post, con algún aviso, efectuaron una profunda investigación referida a los actos previos a la campaña y descubrieron que las oficinas del Partido Demócrata, localizadas en el edificio Watergate, habían sido interceptadas con la finalidad de conocer la estrategia electoral de los opositores.

Varios artículos fueron desarrollados durante ese tiempo, cuestionando este hecho y algunos de los funcionarios del Gobierno Federal, acusados en dichos artículos. Nixon fue convocado a declarar y en esa circunstancia manifestó su ignorancia de los hechos acaecidos. Las grabaciones efectuadas en la oficina Oval de la Casa Blanca demostraron que el entonces Presidente estaba al tanto de esa intromisión en las oficinas opositoras.

Este hecho, produjo en el Senado un fuerte shock, lo que motivó un pedido de juicio político. En el ínterin el Vicepresidente fue acusado de escándalos por recibir dadivas de terceros que lo llevo a la renuncia, por lo tanto Nixon, acosado por la prensa y el senado incluso sus propios partidarios debió renunciar al puesto más poderoso de la tierra en medio de un clima internacional tumultuoso y en plena guerra fría.

En 1974, tras apenas nueve meses como vicepresidente, Ford fue nombrado presidente de los Estados Unidos tras la dimisión de Nixon a causa del escándalo Watergate. Intentó durante su mandato recuperar la confianza de la nación en el gobierno, empañada por el suceso. Pero uno de sus primeros y más controvertidos actos fue perdonar a Nixon de todos los delitos federales que había cometido mientras se encontraba en su cargo.

A ningún poder del Estado en ese momento se le ocurrió o intento cambiar las leyes que regulan los medio de prensa, sean estos escritos o audiovisuales, pero tampoco Nixon tuvo que dejar la Presidencia por espiar, sino que lo que no se le perdono fue que, ante el requerimiento de la justicia, mintiera.

En los países verdaderamente democráticos, la conducta y actitud de los máximos dirigentes es investigada y mostrada sin escrúpulos por la prensa y no hay organismo del Estado o del Gobierno que ni siquiera piense en intervenir o cercenar esa opinión.

No son santos los dirigentes del primer mundo ni mucho menos impolutos, la política en todo el mundo tiene sus zonas oscuras, la diferencia con las republiquetas es que cuando los pescan, no se la perdonan, ya que la confiabilidad y credibilidad de sus principales dirigentes es vital para sus naciones y para la interrelación con el mundo.

Clinton, fue perdonado por sus escaramuzas sexuales porque no mintió. Pero que la prensa le dio, le dio y fuerte y no obstante hoy es el ex Presidente de USA vivo, más popular.

Nuestra PresidentE/A, luego de seis años de Gobierno de su esposo, con más de 25 años de democracia, un día advirtió que la legislación que regula la radiodifusión había sido dictada por la última dictadura militar, lo que no advirtió que gran parte de las leyes que está utilizando, entre las que se encuentra el Código Aduanero, es también de alguna de las dictaduras del pasado y las usa a discreción y placer.

Clarín, ha cuestionado al gobierno así como otros medios y esta pelea personal entre este grupo y otros que cuestionan gestión del gobierno, ha llevado al Poder Ejecutivo a darle a la nación, casualmente ahora, una Ley de Medios Audiovisuales.

También curiosamente pretende que esta ley sea promulgada durante la Gestión del actual Congreso que, aunque legal, ha perdido legitimidad en la última elección del 28 de junio p.pdo.

Imagínense ustedes que en los EEUU un presidente fue obligado a renunciar por mentir y otro fue duramente cascoteado por un “trompetazo”, ¿donde estarían los Kirchner si fueran dirigentes de un “país en serio” con todas las barbaridades que han consumado con más de seis y medio años de poder?

La ley será aprobada raudamente como instruyo el interventor del COMFER, se hará la parodia de audiencias públicas, se entretendrá a la ciudadanía para poder justificar su tratamiento en el recinto pero la verdad que esta puesta en escena del Gobierno no tendrá relevancia a la orden de ser votada en el recinto, los alcahuetes (diputados) oficialistas, darán su voto porque no pueden o no tienen criterio propio o pudor alguno, luego de que el país haya cuestionado la gestión de su Gobierno y por ende su rol de integrantes del mismo.

La ley no es una buena ley, es intencional y guarda en su articulado algunas cuestiones arteras, ninguna ley puede ser buena y prosperar y prolongarse en el tiempo cuando se hace contra algo o alguien, cuando un ex Presidente denosta periodistas, manipula las pautas publicitarias del Estado, cuando hay sospechas de corrupción y enriquecimiento ilícito, cuando no se guardan las formas y se patotea a los medios y periodistas que no aplauden los desatinos y, se pretende que los empresarios amigos accedan a los medios, como estilo gubernamental de gestión, nada bueno puede ocurrir.

La mentira ofende a la nación, degrada al que la promueve y animaliza al que la sostiene; hoy vemos como la droga, los medicamentos truchos, el robo a las Obras Sociales Sindicales efectuado por los delincuentes dentro y fuera de ellas, se manejan con la impunidad que les da el Gobierno, será si con esta ley.

Corremos un gran riesgo, quizás el peor: silenciar a los hombres que desde el periodismo muestran sin reparo alguno como los que nos Gobiernan hacen del “falso testimonio y la mentira” un estilo político y de gobierno.

A la mentira –dice un viejo proverbio judío- es fácil llegar, pero de ella es imposible volver.


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