Por Enrique García-Mansilla
Hace ya un tiempo anticipe que la gula Kirchnerista no se terminaba con la confiscación de los fondos de las AFJP sino que seguirían su derrotero por todos aquellos mecanismos que les implicara hacerse de recursos, ya sea para manejar el déficit fiscal consolidado, o planear nuevas medidas demagógicas que contribuyeran a reafirmar el sometimiento clientelar de los marginados, pobres y desocupados que supieron conseguir.
Con el argumento una vez más de la ley de la dictadura y de que el crédito es un derecho, el diputado electo Carlos Heller ya está trabajando en un proyecto que, según fuentes muy informadas, NK quiere intentar sacar antes del cambio de legisladores en el Congreso.
Esto, que era una simple presunción unos meses atrás, pareciera que se está por transformar en realidad y el Lic. Roberto Cachanosky ya lo avizora, por ello escribió en su revista interactiva economiaparatodos.com expresando: “Todo parece indicar que ahora el Gobierno intentaría ir por la ley de entidades financieras, dicho más directamente, meterse con los depósitos de la gente en los bancos. Esta intromisión podría ir desde una estatización lisa y llana de los depósitos, como ocurrió en los 70 durante la presidencia de Juan Domingo Perón, o bien establecer mecanismos de encajes diferenciales para forzar a los bancos a direccionar el crédito de acuerdo al paladar del Ejecutivo, es decir, forzarlos a prestarles a quienes ellos indiquen”.
Esta nueva incursión kirchnerista en las actividades privadas es altamente peligrosa ya que ocurre justamente cuando la fuga de capitales se había aminorado y había ciertos indicios de crecimiento de la masa monetaria dentro del sistema financiero, posibilitando a las entidades financiar el consumo a través de tarjetas de crédito, préstamos personales y algo de financiamiento para el capital corriente de las empresas.
Por otra parte, la performance de los bancos que cotizan en Bolsa ha estado mejorando bastante a la luz de la inocua situación que la crisis les produjo, ya que si de algo debemos estar tranquilos es que la solvencia de nuestro sistema, a raíz de las experiencias del pasado y con la ley vigente y soporte del BCRA, se ha podido mantener habiendo sido su enemigo más grande en este aspecto la tremenda fuga de capitales que hemos vivido estos dos últimos años.
El crédito “credere” es un acto de confianza, no es una irracionalidad, se basa en la capacidad de repago que los individuos posean y las empresas generen. Mientras no ajustemos los salarios de acuerdo a la inflación o las empresas por la recesión caigan en sus ventas, el recupero crediticio se hace más complejo y por ende las alertas de los bancos más exigentes, por otra parte, al ser la Argentina signataria del acuerdo de Basilea está sujeta en su estructura de capital de los bancos a los efectos de la tasa de interés, esto es a mayor tasa, mayor exigencia de capital y la capitalización bancaria se produce por diversos efectos: uno, aporte de los accionistas o incremento de capital vía colocación de acciones en los mercados de capitales, otra, con la capitalización de utilidades, en ambos casos los bancos acrecientan su capacidad prestable y por ende se expande la posibilidad crediticia.
En nuestro país, ni siquiera en la época de los 90 nuestro sistema financiero alcanzo plazos de ahorro lo suficientemente largos como para que los bancos pidieran facilitar financiamiento a largo plazo ya que el descalce de plazos tiene un costo y ello ha influido en el costo del dinero, muchas veces incompatible con los bienes o servicios a financiar.
Las altas tasas de interés de financiamiento para el consumo, como son las que se cobran vía la tarjeta de crédito, tiene por objeto no solo financiar al sujeto sino preservar la utilidad y morigerar la mora o las incobrabilidades del sistema que, siempre han sido elevadas y con muy bajos índices de recupero.
Por lo tanto las voces que se alzan en contra del sistema financiero son absolutamente irracionales y carecen del conocimiento suficiente para poder establecer cuál es el mejor sistema para regularlo. Este, el que tenemos actualmente, con las modificaciones efectuadas post convertibilidad podrá ser perfectible, pero al menos le permitió a nuestras entidades mantener su solvencia y en algunos casos acrecentarla.
Por otra parte, la ley actual es inteligente ya que se basa en el principio de la libertad, esto es lo que no está expresamente prohibido en ella o limitado está permitido, en cambio la que Heller está elaborando, según sus propios dichos, da vuelta este concepto y se basa fundamentalmente en que todo aquello que no está permitido, está prohibido.
Estaremos pues frente a una nueva arbitrariedad del gobierno que, con el manipuleo de los encajes, la direccionalidad de la tasa de interés, nos harán volver a épocas pasadas de nuestra historia reciente en donde la actividad financiera tuvo que refugiarse en la especulación y el financiamiento compulsivo del estado para poder sobrevivir y lejos de fomentar y expandir la actividad crediticia la contrajo y produjo una fuerte caída en aquellos rubros de la economía cuyo crecimiento y expansión están sustentados en el financiamiento.
Prestemos atención a los próximos pasos en materia de legislación financiera ya que no vaya a ser que también en este importante aspecto de la actividad económica, se quieran llevar puesto al sistema bancario y financiero nacional so pretexto de perimidos slogans y trasnochadas ideologías.
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