Por Enrique García-Mansilla
La respuesta fue instantánea “Yo soy Jesús, a quien tu persigues…” Saulo respondió “¿Qué quieres que haga?” (Hechos de los Apóstoles 9.1-22).
Casualmente el próximo 25 de enero celebraremos una vez más la conversión de Saulo de Tarso, que se convertiría en uno de los Apostrofes de Cristo más querido y que dedicaría el resto de sus días a predicar en nombre del Señor.
En esta Noche Buena sería útil para todos los hombres de buena voluntad que, frente al establo que acuno el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, todos aprendamos la lección de Pablo y nos preguntemos en la intimidad, ¿Tu quien eres, Señor? E intentar con corazón abierto escuchar la respuesta que el Señor nos brinde y a su vez preguntarnos de idéntica forma quienes somos cada uno de nosotros, buscando en la Ley de Dios, que este entrego a Moisés y repasando cada uno de esos 10 mandamientos, como ha sido nuestra conducta, con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con el mismísimo Dios.
Recordemos también que la misma pregunta que hizo Pablo le fue hecha a José por las calles de Belén aquella noche cuando buscaba un refugio para que María pudiera dar a luz y así traer a la tierra al Rey de Reyes que reinaría y reina desde los cielos por toda la eternidad y que, con el amor infinito de Dios, vino para redimirnos de nuestras culpas y darnos la oportunidad de que, aun cayendo podemos levantarnos una y otra vez en la inmensa bondad del perdón ante el arrepentimiento y la caída. Abramos esa puerta que se le negó a Pedro y transformemos nuestras casas en un establo que cobije la llegada del Mesías.
Vida cristiana es imitar la vida de ese hombre que siendo Dios se hizo hombre para la salvación del mundo, es duro y difícil porque la miseria humana, la soberbia y la rebelión esta anidada en nuestros espíritus y es difícil superar enconos, rencores y pasadas injurias.
Navidad es un buen momento para reflexionar como hermanos en nuestra fe, como cristianos bautizados cual es la verdadera razón de nuestro existir y mirar a nuestros hermanos, muchos de ellos llenos de padecimientos, de angustias y carentes de futuro y repreguntarnos: ¿Y, yo, Señor quién soy?
Es por ello que desde esta columna quiero hacer llegar a amigos, compañeros y lectores un mensaje de esperanza porque al igual que Saulo, si podemos encontrar esa luz que le cambio el curso de su vida seguramente seremos mejores personas, mejores amigos y hermanos y sobre todo podremos dar a nuestros compatriotas algún ejemplo o acto que nos lleve a una vida mejor.
Desde EGM Consultores y desde PyD (www.politicaydesarrollo.com.ar), nuestros mejores deseos de Paz y Felicidad para esta Navidad y prosperidad para el año próximo.
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