sábado, 21 de agosto de 2010

RELATOS DE FAMILIA: UNA REFLEXION

El pasado miércoles 18 de agosto, El Centro Naval, al igual que otros institutos de la Armada Argentina, conmemoraron el centésimo aniversario de la muerte del Contraalmirante Manuel Jose Garcia-Mansilla, mi bisabuelo que curiosamente había conducido el desfile que se realizo el 25 de Mayo de 1910 en celebración del Centenario de la Revolución de Mayo y que, meses después moriría.
Quiero, en esta nota expresar los sentimientos y conceptos que pasaron por mi cabeza cuando, al vulnerar el protocolo de la ceremonia, di un paso al frente y, como uno de los bisnietos más antiguos de mi familias, tome el uso de la palabra para agradecer este nuevo reconocimiento a nuestro querido antepasado.
Lo que dije, dicho esta, es lo que no dije y me hubiera gustado decir, lo que estará contenido en esta nota, es el producto de una dura batalla interior entre la inteligencia, las emociones y las circunstancia y que, solo por la fuerza de la voluntad no fueron dichos ese día.
Lo dicho, amigos lectores, dicho esta: fue sentido, fue justo y creo valioso, el tiempo lo dirá.
Ahora comparto, más serenamente lo que no fue dicho:

“Para poder esta frentes a ustedes hoy, en esta celebración, pasaron muchas cosas, una de ellas ha sido la reconciliación con mi padre, que hice publica, quien también al igual que el Alte. y muchos de ustedes, vistió el uniforme de la Marina de Guerra Argentina.
La última vez que había entrado a esta Institución, se remonta a muchos años atrás cuando cene, en su comedor con mi padre y el Negro Quijada, que la mañana siguiente fuera ejecutado por el terrorista Fernández Palmeiro y yo tuve que comunicar la noticia a mi padre. Nunca, hasta hoy había estado de vuelta en esta casa.
Años después, ese chiquilín de tan solo 26 años, sería detenido y secuestrado por orden del entonces Comandante del 1er. Cuerpo de Ejército, Gral. de Div. Carlos G. Suarez Masson, en calidad de “Prisionero de Guerra” , tres meses después” blanqueado”, puesto a disposición del Poder Ejecutivo y acusado de violar la ley de Seguridad Nacional . Años más tarde, la Justicia Argentina, me sobreseía definitivamente, sin que los hechos por los cuales había sido investigado, afectaran “mi buen nombre y honor” . Presidia el país, el Gral. Jorge Rafael Videla.
Por lo tanto, señores, hoy, 18 de Agosto del 2010, ha terminado mi diáspora de más de treinta años y, he vuelto a casa.
El Hombre y su circunstancia decía Ortega y Gasset, las de mi bisabuelo lo colocaron frente a la misión de: equipar las la Fuerza y educar a sus Cadetes, que entre otros actos de arrojo, fueron la obsesión de su vida y, lo debe haber hecho con una ejemplaridad tal que, hoy 100 años después, sus sucesores, sus Camaradas de armas lo homenajean y recuerdan como un oficial sobresaliente, como un hombre destacable y que aquí fuera definido como un León.
La Constitución Argentina, en cualquiera de sus versiones, desde 1853 consagra a las Fuerzas Armadas como “Instituciones de la Republica” y ellas tienen como cometido esencial resguardar la soberanía Nacional, defendiendo el territorio, a sus conciudadanos y la Constitución misma, cuando estos se vean atacados y la política y la diplomacia no hayan podido concluir exitosamente sus esfuerzos para resguardarlas. Como hijo de uno de sus integrantes he aprendido que, solo aquellos que se preparan para la guerra y portan las armas de la Republica, son quizás los que más esfuerzos hacen para la preservación de la paz, porque en su formación, conocen a fondo y profundamente las consecuencias de la guerra.
Preparados para la guerra como históricamente la conocemos, estos hombres se debieron enfrentar con un enemigo sin rostro, sin límites, sin Códigos de Honor y por lo tanto, debieron responder a un sistemático ataque artero y solapado, como fue el accionar del Terrorismo Subversivo que azoto a la Nación en la década del setenta.
Ello los llevo a ganar la guerra y perder la paz.
Los excesos, que los hubo, los hechos aberrantes, que los hubo, no fueron otra cosa que una alocada e impensada respuesta a un ataque artero, que sufrió la Nación, en una alocada década en donde las ideas políticas y los sistemas imperantes no se cuestionaban en las Instituciones, sino a través de atentados, asesinatos, que llenaron al país de desasosiego, el miedo y que llevo a cambiar las costumbres y la cultura de comportamiento de todas las ciudades de la patria.
Nadie quedo al margen de esa lucha y todos, directa o indirectamente estuvimos bajo el fuego de esa guerra que, por alocada y poco convencional, hoy denominamos Guerra Sucia.
Vino, luego, la Justicia, y rápidamente la venganza, ya que el haber perdido la paz, el cuerpo político de la nación se ensaño, en forma despiadada contra hombres e instituciones, bajo una mirada más cómplice que complaciente, con los hombres que, en ese entonces debieron alzarse en defensa de la Constitución.
He aquí el error, haber violentado la norma para protegerla, y utilizada por la política como arma proselitista, no valorando las circunstancias y el contexto histórico se cayó, no con el peso de la ley, sino con el rencor de la venganza sobre nuestras Fuerzas Armadas de manera implacable que no dieron otra cosa que una injustificada respuesta a un enemigo, que actuó tan sanguinaria y solapadamente como ellos y, los provoco.
Ya había dado, la gestión del General Lanusse una respuesta legal a este accionar artero y sus consecuencias habían sido la amnistía, un mayor delirio y el asesinato de aquellos jueces que con valor y rigor jurídico habían sellado en sus sentencias las penas que los Códigos reservaban para los delincuentes. Ellos fallaron porque, estos no eran simples delincuentes, sino terroristas que bajo el amparo de políticos, querían subvertir los valores de la Nación.
El fin, nunca, justifica los medios, pero en determinadas circunstancias los explican.
Veo una luz de esperanza. Cuando miro nuestro contexto regional y veo las conductas y las actitudes de nuestros países vecinos que se enfrentaron al mismo flagelo, tengo fe de que por algún rincón de la política, se levante una vos de cordura, que, al igual que entonces diga y lleve el mensaje contundente a la sociedad: Compatriotas, Nunca Mas, y podamos vivir para adelante.
Gracias Mujica en Uruguay, gracias Concertación en Chile, gracias Lula en Brasil, gracias Garcia en Perú, Dios quiera que sus ejemplos trasciendan sus fronteras y no solo sean ejemplificados por sus procesos económicos y políticos, sino por sus actitudes patrióticas.
Había, para finalizar, en el salón, hombres que vestían o vistieron, el uniforme de la armada que nos legara Guillermo Brown, ellos no están para construir buques, para actos heroicos trascendentes, están para mantener la cohesión, integridad y dignidad de nuestra armada que hoy navega con vientos turbulentos arremolinados y que requieren de pulso firme, abnegada conducta y silenciosa resignación, para llevar adelante el estandarte que, levantado por Brown ha pasado de generación en generación y que hoy ellos deben mantener firme como mascaron de proa de su vocación.”

Lectores, mi diáspora término, he regresado a casa.

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