jueves, 12 de agosto de 2010

SALDANDO UNA DEUDA

Es intención de quien esto escribe, dejar de lado por un momento la opinión política de los temas que tanto revuelo generan entre oficialistas y opositores y que son tapa cotidiana de los diarios y los programas televisivos y radiales, y adentrarme en la reflexión de aquellos que, verdaderamente preocupan a la gente, como bien lo ha desarrollado el Dr. Horacio Garcia Belsunce y que están vinculados a las reales preocupaciones de la sociedad y, que de su perspectiva, que comparto, ´por no ser hoy agenda para la clase política ni objeto de soluciones seria y contundentes del oficialismo en su ejecución o la oposición en su propuesta legislativa.
Sin restarle importancia a los temas que en este momento son discordia en el parlamento, Garcia Belsunce dice: “ninguno de ellos está al tope de las preocupaciones serias de la sociedad” afirmando sin ambigüedad o eufemismos: “La gente, hoy por hoy, está preocupada solo por una cosa: evitar que la maten” y, no puedo menos que coincidir con mi colega, ya que desde esta columna poco o nada hemos hecho para acompañar ese clamor social que es idéntico en el suscripto que el de la gente, porque es un ciudadano de a pie, porque es un padre de hijos adolescentes y porque en una potencial víctima, protagonista o espectador de la realidad que nos aqueja a los argentinos.
Siempre existió el punguista en los transportes públicos, el ladrón de autos, el ladrón de “stereros” o los grandes criminales, los asesinos seriales, los robos en las casas, la salidera de bancos, etc. La gran diferencia radica en que antes, bien digo, antes, lo máximo que a uno le podía ocurrir era un “arrebato”, que generaba una cachetada o un moretón en su realización, hoy, la realidad es otra, primero ejecutan y después roban, antes bien digo, antes, la policía cuando aprehendía a un ladrón y se intentaba resistir doblegarlo a bastonazos o disparaba el policía primero, hoy, bien digo, hoy, si ese delincuente es lastimado o se comprueba que no disparo primero, aunque sea capturado, el procedimiento es nulo.
Los mal llamados Derechos Humanos en nuestro país están tergiversados, no es al delincuente al que hay que proteger, es a la víctima, y la victima hoy, bien digo hoy, es la investigada o enterrada con el dolor de sus familiares y amigos, mientras su ejecutor es rápidamente excarcelado, bajo un anacrónico y dudoso concepto de “garantismo”.
Se quieren imponer algunas restricciones para los “motoqueros”, y porque el sindicato que los agrupa o algunos legisladores de la zurda o progresismo tilingo, quiere que se respeten los “derechos humanos” o espurias intenciones políticas, los proyectos duermen el sueño de los justos en los cajones de los legisladores, porque más importante es, descalificar a Macri o ganarle la pulseada al gobierno con el 82% móvil.
Tuvimos un Ministro de Economía mudo, ¿no será igual que el actual Ministro de Justicia y Seguridad” , mientras el Secretario de Derechos Humanos de la Nación se pavonea en Córdoba del brazo del suspendido Juez Baltzar Garzón, suspendido en su país, y recibido aquí como héroe para testificar en causas absurdas, contra viejos enfermos, que participaron en la lucha antisubversiva.
¿Qué se hizo con la Ley de Seguridad Interior, proyecto del ex Diputado Toma y que contempla el funcionamiento del Consejo de Seguridad Interna?, porque no se lo convoca para que efectué propuestas y análisis profundos y serios sobre la problemática de la inseguridad asesina que nos circunda.
Mientas esto ocurre, el “negocio crece”, porque ante la inseguridad creciente, se acopla el negocio de la seguridad, y los condóminos de departamentos, barrios cerrados o Countries, siguen gastando plata en cámaras, equipamiento electrónico, garitas con vigiladores, venta de alarmas que ni previenen, ni protegen ni evitan que esos espacios sean penetrados y atacados con virulencia.
Como este supuesto Consejo está integrado por los responsables de seguridad de la Nación, las Provincias y la Ciudad de Buenos Aires, ¿habrá que pagar el precio de la subordinación al poder central para que el mismo sea convocado? O seguiremos escuchando que la inseguridad creciente es una mera sensación en algún que otro esporádico exabrupto del Jefe de Gabinete de Ministros de la Nación.
La gente esta pasmada de inseguridad, el país está desprotegido, tanto en sus espacios fronterizos terrestres, acuáticos y aéreos, por el que pululan a placer los traficantes de drogas, que la producen, venden y exportan a voluntad, con alguno que otro procedimiento exitoso y de tanto en tanto.
Escuche días atrás, mientras tomaba un café en un bar, a un padre comentarle a su amigo “que barbaridad la de Scioli, hacer cerrar los boliches a las 4 de la mañana, era mejor cuando llegaban a las 10, al menos había luz y transporte”, mientras el Gobernador de la Provincia se pavonea por los programas de interés general, radiales o televisivos de que gracias a esa medida ha bajado la atención en las guardias hospitalarias de jóvenes alcoholizados en un 80%, ¿Dónde vive el gobernador?, ¿no le cuentan, lo que los jóvenes enajenados por la droga y el alcohol hacen en las ciudades o en los barrios, después de salir de boliches en donde está prohibida la venta de productos alcohólicos o drogas, con sus consecuentes problemas ulteriores?
¿Sera posible que nuestra PresidentE/A en su programa diario “Desde el Atril” no diga una sola palabra o frase vinculada con este tema y que la hace tan o más responsable que la ineptitud de sus colaboradores, sean Ministros, Secretarios o legisladores?
Esta lucha contra la inseguridad pavorosa en la que vivimos, no es solo una lucha de los que padecieron sus consecuencias, es una lucha de toda la sociedad, y es por ello que todos, en calidad de victimas próximas, debemos unir nuestros esfuerzos para que la clase política se avoque a la solución del problema, con soluciones inmediatas y políticas públicas que generen en la sociedad un restablecimiento del sentido de autoridad y ello, solo se puede hacer si (a) reconocemos que el problema existe; (b) que es real y concreto y que debemos dejar la teorización absurda de derechos humanos parciales y, se apliquen a todos, con todo rigor las generales de la ley.
Esto, mis queridos lectores es lo que se llama reponer la autoridad del poder, para que sea ejercido con autoridad, legitima, legal y rigurosa.
Gracias Dr. Garcia Belsunce por recordarme, en su brillante nota, esta deuda que mantenía con mis lectores.

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