sábado, 3 de octubre de 2009

Historia y experiencia de vida. Mirada retrospectiva

El 19 de octubre de 1978 me desperté con frío y entumecido en la celda en la que había sido introducido la noche anterior por orden del Comandante del 1er. Cuerpo de Ejército General de División, Carlos Guillermo “Pajarito” Suarez Masson y su brazo ejecutor el Coronel Roberto Roaldes, entonces Jefe del famoso Batallón 601, en calidad de “Prisionero de Guerra”.

Por Enrique García-Mansilla

“A todos aquellos que con amor, lealtad y amistad estuvieron a mi lado y especialmente a mis hijos, Juana y Luis, que fueron la recompensa de mi vida. Y a Yoya, pilar y sostén moral de nuestra familia.”

Sin ventanas, un frío y restringido espacio, una cama de cemento y un colchón de paja, tapado con una manta tosca y amarronada, con un haz de luz que entraba por la mirilla de una puerta de hierro sin cerradura del lado interior, daba comienzo a una experiencia dura, difícil e incierta que me acompañaría hasta el día de hoy en mis recuerdos y vivencias.

En los próximos días se han de cumplir 31 años de esa experiencia, más o menos igual a los años que yo tenía en esa época.

Me acompañaban el miedo, la incertidumbre y la nostalgia de haber sido separado de mis seres queridos y mis actividades y un libro, Critica Literaria, cuyo autor era ese genial jesuita, historiador, filosofo y polémico Don Leonardo Castellani del que muchos jóvenes de la época nos nutrimos de su amor por el país y la historia.

Ya empezaba por ese entonces a distorsionarse la visión con la aparición de la presbicia, que desdibuja la lectura y a ella debí agregarle algunas lágrimas que encerraban dolor e impotencia ante los hechos que estaba viviendo. Me prometí a mi mismo que esa sería la primera y última vez en que exteriorizaría mis emociones.

Como me dijera un distinguido abogado, mi primer jefe, años después, los argentinos estábamos entonces, todos, a disposición del Poder Ejecutivo y yo a diferencia de otros, había sido convocado.

Quiero hoy compartir con mis amigos, lectores y conciudadanos tan solo unas frases que logre escribir en la contratapa del libro de Castellani que, reflejaban lo que en ese entonces estaba viviendo y que puedo traer a hoy, 31 años después.

Nada tengo que reclamar a nadie, no creo que la política de Derechos Humanos del actual gobierno le haga justicia a la historia de los años turbulentos que vivimos y a aquellos que padecimos la irracional irrupción del terrorismo y su contracara el terrorismo de estado, ambos deberían hoy estar en igualdad de condiciones ya que al “genocidio terrorista” le siguió el “genocidio represor”, causa y efecto.

“Espíritu de Contradicción” escribió Juan Pablo II, no en absoluto, la irracionalidad de algunos no debe ni puede apartarme de mis convicciones, ya que todo debe enmarcarse en “el hombre y su circunstancias” como bien expresara Ortega y Gasset.

La historia universal muestra como las naciones que han podido superar sus dramas y comprender con objetividad los hechos de su pasado son las que han podido superar e incluir a sus mejores hombres y mujeres por el camino del progreso, la libertad y la democracia, mirando hacia el pasado con integralidad y comprensión, cerrando sus capítulos más oscuros y abriendo la puerta a la esperanza y el futuro, ya que, al igual que el relato bíblico, el mirar hacia atrás no genera justicia sino parálisis y consume energías que se orientan más hacia la discordia que a la construcción.

Los dejo con mi reflexión de ayer, de aquella mañana fría de octubre en que, con el alma más que con la razón, escribí lo que abajo comparto con ustedes:


Tribulación extraña

que el encierro engendra,

soledad sonora que al espíritu amarga

¿será el dolor de queridas distancias?

o solo temor de que el mañana llegue.


No hay noches, no hay días,

simples monotonías del

crujir de llaves y tronar cerrojos.


Resulta claro tras la sórdida barra,

que la conciencia clama por mayor templanza.

paciencia al tiempo, sabiduría al hecho

de la circunstancia oscura.


No hay noches, no hay días,

simples monotonías del

crujir de llaves y tronar cerrojos.


Recuerdos vagos que la soledad aclara

mezquinas acusaciones que los necios intentan;

rezos, suplicas para un final cercano

para retornar a aquello que a diario anhelamos.


No hay noches, no hay días,

simples monotonías del

crujir de llaves y tronar cerrojos.


El dolor severo de la moral caída,

solo reproches del interlocutor lejano

¡Oh!, silencio, que sonar te escucho,

calla el susurro de tu pregón perverso

y abre la puerta a la libertad deseada,

para volver a aquello de lo que me arrancaste.


No hay noches, no hay días,

simples monotonías del

crujir de llaves y tronar cerrojos.



N del A: Este periplo termino en diciembre de 1979, a fines del 78 fui blanqueado y puesto a disposición de la justicia que 11 meses después de apelar mi prisión preventiva, la Cámara Federal Penal cambio la carátula impuesta por Roaldes y pude así recuperar mi libertad para finalizar sobreseído de todos los cargos sin que lo hecho afectara “mi buen nombre y honor” a pedido del Fiscal Federal Penal Dr. Rodríguez Basabilbaso en septiembre de 1981 en el Juzgado Federal Penal a cargo del Dr. Narváez, Secretaria del Dr. R. Saint Jean.


(Quiero rendir con esta nota un especial homenaje a la memoria del Dr. Carlos Augusto Passerieu que, sin ser penalista, estuvo a mi lado durante todo el proceso y trabajo encomiablemente en mi defensa)

No hay comentarios: