viernes, 30 de julio de 2010

¿HACIA DONDE VAMOS?

En la democracia representativa, el pueblo delega la soberanía en autoridades elegidas de forma periódica mediante elecciones libres. Estas autoridades en teoría deben actuar en representación de los intereses de la ciudadanía que los elige para representarlos. Esto es ni de las mayorías ni de las minorías, sino es una conjunción de los intereses del pueblo y del país.

De allí que A. Lincoln la definiera como el “gobierno del pueblo y para el pueblo”, entendiendo por pueblo la ciudadanía toda, sin distinción alguna.

Nuestra democracia hoy, en la Republica Argentina, se ha transformado en una democracia prebendaría, clientelista, que intenta servir tan solo los derechos de las masas a las que se quiere atraer con planes económicos, como “Argentina Trabaja”, incluir jubilados que nunca aportaron con los aportes de los que sí lo hicieron, necesitando generar subsidios que subsanen los errores y/o horrores económicos del pasado y del presente, en lugar de generar condiciones para el empleo. Y no estoy negando la posibilidad de que más de dos millones de conciudadanos accedan a una justa pensión o jubilación, pero que su financiamiento debe salir del tesoro y no de la caja de los aportantes y mucho menos aquellos destinados a la niñez.

¿Quién en su sano juicio y frente a la situación imperante no se ocuparía de la niñez, la indigencia y la pobreza, esta no es una acción de gobierno, es un imperativo moral que no puede ni debe usarse como propaganda política, si es que lo hacemos con seriedad e involucrando en ello a las organizaciones religiosas y civiles en semejante cruzada?

Este clientelismo genera más desigualdades y sobre todo caos social, ya que aquellos no beneficiados por estos planes se consideran con el derecho al acceso a los mismos y, como están manejados con un criterio electoralista, espurio y discrecional, no resulta ni abarcativo ni justo.

¿Dónde fue a parar el crecimiento a “tasas chinas” que nos anuncian desde el Gobierno, porque si nuestra economía marcha tan bien y sus expectativas son tan alentadoras, en los últimos años se han fugado ingentes cantidades de capitales, financiados por el superávit comercial?

Estas preguntas que nos hacemos como ciudadanos tienen respuesta: al Gobierno le conviene, le interesa que una masa importante de la población deba comer de la mano del poder para poder así, a través de los punteros políticos y un poco de fraude electoral, mantenerse en el poder. Y es por ello, también que, la falta de calidad en la educación, el incremento de las organizaciones sociales se vean inundadas por estos integrantes de asentamientos de pobreza y hacinamiento, que perturban el accionar ciudadano con sus reclamos y protestas en el espacio público.

¿Podrá seguir el gobierno manejando a discreción los recursos presupuestarios a partir del próximo 24 de agosto cuando venzan las facultades delegadas? ¿Qué nueva alquimia inventarán para soslayar las responsabilidades que retornarán al Poder Legislativo?

Ya esta largada la carrera por la presidencia en el 2011. No tendrá limitaciones el Kirchnerismo para hacer lo necesario para cooptar voluntades. Presiento una nueva discusión con el campo que aporta un 15/20% de los votos para la elección. Esta discusión se intentará realizar con el quiebre de la Mesa de Enlace y no con una real evaluación de las políticas de retención que hoy castigan al campo y que los enfrenta a comprar insumos a $ 3,955 por dólar y vender su producción a un dólar equivalente a $ 2,50.

¿Limitaran el uso de reservas al pago de deuda externa o ahora nos vendrán que también hay que pagar la deuda interna y ellos fueron los que las acumularon?

¿Así como la PresidentE/A anuncio que pagaría la deuda con reservas pese a fallos judiciales, se desconocerá la facultad del Congreso para fijar tributos?

Cuando la democracia se degenera, cuando se la bastardea, se cae en la “oclocracia” que en la definición Aristotélica clásica es una de las tres formas de distorsión o degeneración de la democracia, porque pasa a ser un sistema en donde ya no gobiernan los ciudadanos, sino que las masas son las que imponen su agenda, directa o directamente.

Pericles, Ortega y Gasset o Tocqueville, entre otros, han advertido de un permanente peligro para la democracia popular: el interés de los oclócratas “En el desarrollo de esta política, sólo se tiene en cuenta de una forma superficial y burda los reales intereses del país, dirigiéndose el objetivo de la conquista y al mantenimiento de un poder personal o de grupo, mediante la acción demagógica en sus múltiples formas apelando a emociones irracionales mediante estrategias como la promoción de discriminaciones, fanatismos y sentimientos nacionalistas exacerbados; el fomento de los miedos e inquietudes irracionales; la creación de deseos injustificados o inalcanzables; etc. para ganar el apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la oratoria, la retórica y el control de la población. La apropiación de los medios de comunicación y de los medios de educación por parte de dichos sectores de poder son puntos clave para quien busca esta estructura de gobierno, a fin de utilizar la desinformación”.

¿Qué otra cosa es esta Ley de Medios sino una forma del Gobierno de apropiarse de la información pública, aunando el análisis para generar con la información parcial, la desinformación real?

“Yo o el caos” vocifera Kirchner en los actos partidarios. ¿No es esto acaso generar miedo y desconfianza en la sociedad sobre cualquier alternativa política? ¿O la advertencia de la vuelta al pasado (y ese pasado es el 2001/2)? ¿Y la década del 90, con el más grande estadista que tuvo el país, según frases de Kirchner sobre Menem? Todo esto forma parte de la retórica de la oclocracia de la que hemos hablado y que, como manual se aplica en estas circunstancias.

Recordemos que Kirchner se apoderó del nombre y los símbolos del Justicialismo, ya que a él y su Consejo Directivo lo votó María Servini de Cubría, no una interna competitiva nacional como ahora pretende con la Ley de Partidos Políticos.

La CGT, brazo obrero del Movimiento Justicialista es una aberración. Podemos discutir y hasta coincidir en que Perón le dio a la clase trabajadora un rol a jugar en el escenario político nacional, pero no por ello debe ser excluyente. Francia convive y, bastante bien debo decir, con dos Organizaciones Obreras de diferente signo y allí ha habido Gobiernos de izquierda y de derecha, al igual que en el Reino Unido, sin embargo, si alguna crítica se le debe hacer hoy a Perón, es que haya derechizado la clase trabajadora e impedido el surgimiento de una fuerza de izquierda seria, con programas y no retóricas, con equipos que puedan competir electoralmente y gobernar, ya que la falta de ello lo único que genero es una diáspora de los pensamientos centristas que, hoy se multiplican y se quieren esconder bajo el lema de progresismo, o del sesgo a los derechos humanos para captar el voto popular.

Es aquí donde radica la confusión de la ciudadanía, que no encuentra en los partidos existentes una expresión que los contenga y, generalmente termina eligiendo el mal menor.

O enderezamos la República, solidificamos las instituciones, o profundizaremos esta oclocracia que estamos viviendo, encendida de demagogia, ajena a lo que pasa en el mundo y que cada día se aísla más de la sociedad en su conjunto para concentrarse en las masas adictas, compradas o necesitadas y carentes de educación, no por propia intención, sino por necesidad del gobierno de perpetuarse en el poder

Polibio, historiador griego, sobre el 200 a. C. llamó oclocracia al fruto de la acción demagógica y la definió como "la tiranía de las mayorías incultas y uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas". ¿No es acaso esto lo que estamos viviendo?

Según Rousseau, “la democracia degenera en oclocracia cuando la voluntad general cede ante las voluntades particulares, por ejemplo por artimañas de asociaciones parciales”.

Si la destrucción económica a la que tanto apela el gobierno del 2001/02 fue grande y grave, no menos grave y grande es esta destrucción institucional que estamos enfrentando. La primera se resuelve con sensatas políticas económicas, medidas quizás duras pero muy temporales. Esta otra, la oclocracia, requiere casi de una refundación de la República, con políticas públicas consensuadas, instituciones que garanticen la probidad e independencia del Poder Judicial y el dictado de leyes serias que no avancen sobre los otros poderes y, por sobre todo de hombres dignos en la conducción de la Primera Magistratura de la Nación, con un obsesivo apego a la Constitución y las leyes.

Nota del autor: Gracias Malela por tu aporte a esta nota.
El entrecomillado se debe a citas textuales de los autores.

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