lunes, 31 de mayo de 2010

DEL DICHO AL HECHO, HAY UN GRAN TRECHO*

*(Dicho popular)

Dentro de las complejas actividades y/o políticas que una Nación debe llevar a cabo están las relaciones exteriores. Perdonando la redundancia estas relaciones exteriores establecen las políticas de relacionamiento entre los diversos países, regiones o bloques, sean estas en lo político, comercial y cultural.
Para ello los países comenzaron hace ya algunos años a profesionalizar esas relaciones con personas preparadas específicamente para esas funciones y, en algunos casos, que deberían ser excepcionales los presidentes designan los que llamamos “diplomáticos políticos” que ejercen la representación del país en determinados países.
Cuando Alfonsín, Sarney, Sanguinetti y Gutiérrez se juntaron para poner la piedra fundacional del Mercosur no imaginaron que su evolución, en tan corto plazo de tiempo, terminaría en generar un mercado común de gran importancia que por la suma de las poblaciones de los cuatro países y su potencial productivo, generaría un intercambio y la escala que, a gran parte de las naciones que lo integraron no poseían y les impedía tener grandes e importantes emprendimientos industriales, energéticos que, necesariamente esas cuatro naciones necesitaban para su desarrollo interno y regional.
A diferencia de la Unión Europea que comenzó sobre la base de un producto especifico y termino en una unión política y monetaria más integrada, el Mercosur, en base a acuerdos estableció protocolos en los cuales cada una de las naciones se reservo para sí misma que productos entrarían o no dentro de lo que se denomino el arancel único y común entre los cuatro países.
Dadas las características de este mercado ampliado, se hacía necesaria una diplomacia directa entre los líderes de las cuatro naciones y un fuerte respaldo técnico para evitar conflictos ya que, esta unión no posee ni un estatus político único, menos una moneda única y por supuesto no fue creado una corte u organismo que analizara las observancia o inobservancia del cumplimiento de los acuerdos, de allí el rol importantísimo que las relaciones a primer nivel tiene el Mercosur que, con el tiempo se fue ampliando con miembros asociados como lo es Chile, Venezuela y Perú, pero que no tienen la categoría de miembros plenos.
Han sido, en estos últimos años, Uruguay y Brasil, los países que han sido más coherentes en el mantenimiento de su políticas de Relaciones Exteriores, sin importar que partido político o individuo gobernara en esas Naciones, esto es la profesionalización de esos países y, la continuidad en su políticas exteriores se han transformado en políticas de Estado, que han estado por encima de cualquier parcialidad política gobernante. No podemos decir lo mismo de nuestro país y Paraguay, que como dice el refrán “cada maestrito con su librito” en ocasiones con virajes muy pronunciados entre uno y otro gobierno.
Habiéndose caído, junto al muro de Berlín la bipolaridad política, y con la globalización de las relaciones, básicamente comerciales, todos los países tienden a buscar un mayor intercambio comercial y las políticas proteccionistas se limitan a vigilar el dumping o los subsidios internos encubiertos, de forma de no distorsionar los mercados con precios y calidades que difícilmente puedan corresponderse con mayor productividad e innovación tecnológica.
De allí que las tradicionales medidas de protección, sean estas cierres de mercado o elevados aranceles no solo conspiren contra el comercio internacional, sino que actúan como políticas negativas en los mercados internos en donde, ante la falta de competencia, se baja la calidad, no se incrementan volúmenes con inversión y sobre todo los precios se fijan en funciona de una mayor o menor competencia, a demás de perjudicar a la corta y a la larga las relaciones comerciales de los bloques, las regiones y los bloques.
En este sentido, la argentina, en la era Kirchnerista ha tenido políticas exteriores erráticas, conflictivas en lo político y conflictivas en lo económico, so pretexto de proteger la producción y el mercado nacional y el empleo y afectando las buenas relaciones e intercambios con el mundo.
Curiosamente mientras que la PresidentE/A afirma en los foros internacionales y nacionales que no hay limitación a las importaciones, los países de la Unión Europea, Brasil y los propios importadores locales, manifiestan su descontento por las políticas que desde la Secretaria de Comercio se implementan. Lo más importante en materia de relaciones económico-comerciales es la confianza y credibilidad, dadas por la continuidad en la exportación de los productos que los países nos requieren. En caso de Brasil, por ejemplo, el trigo que, desde el conflicto con el campo ha sufrido una pendularidad que para nada nos han beneficiado o, la complementación de la industria automotriz que es fundamental para el país, ya que más del 50% de la producción automotriz nacional exporta al país carioca.
Ni que hablar de los países Asiáticos muy demandantes de productos agrícolas y sus derivados que ante el cierre de importaciones de origen Chino, han decidido no importar de la argentina aceite de soja.
Pero lo más serio y preocupante es que mientras la Primera Magistrada de la Nación afirma en cuanto foro se presenta que no hay restricciones a las importaciones, en la práctica, sin que medien instrucciones escritas o resoluciones formales, las importaciones de hecho están trabadas y la prohibición de venta de estos productos en supermercados está vigente.
Si bien la seriedad no ha sido una característica de la política del actual gobierno, cuando esta se traslada al campo internacional tiene efectos muy dañinos y nocivos en la interrelación con el mundo, paralizando la acción de nuestros representantes y restándole seriedad a las políticas diplomáticas del país, esto, junto al default, los fundamentals de la economía interna, seguido de cerca por los mercados tanto financieros como comerciales, no generan el mejor clima de negocios y por ende de inversión, tan necesaria en nuestro país para su desarrollo e incluso para las políticas de inclusión y redistribución que el Gobierno dice implementar.
Por otra parte, hacemos denodados esfuerzos por cuestionar, denostar y hasta recomendar a las otras naciones las políticas económicas internas que deben implementar y estamos lejos de los organismos internacionales que, el mundo libre tiene en buen recaudo, sobre todo en momento de crisis con el que se vive en la actualidad. Dios nos libre de tener que recurrir en el futuro a ellos porque lo haremos, como dice el tango “con la frente marchita”.

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