lunes, 3 de mayo de 2010

LA RETAGUARDIA

"Recordemos la palabras de Simon Peres, que nos visitara recientemente y dijo: "la tierra prometida no era ni rica en petroleo ni minerales, por ello, tuvimos que usar la cabeza"


“Hemos llegado al absurdo de tener que trabajar para quienes nos esquilman, nos atropellan y, además, pretenden silenciar las voces que nos quieren someterse a semejante atropello” escribe Roberto Cachanosky en su página economiaparatodos.com y no podemos menos que coincidir con él, y así será el legado que este gobierno le dejara al que lo sustituya, pese a los intentos poco disimulados de perpetrarse en el poder.
Hace muchos años coincidí con el Alte. Massera que viajaba a Arabia Saudita y Francia en visita oficial, y me toco tener un encuentro con él, oportunidad en que pude conversar con sobre su visión del futuro argentino. Massera fue claro, al decirme, más o menos con estas palabras “esta será la última revolución militar de la argentina, no habrá más enfrentamientos entre militares o entre civiles y militares por el poder, ya no seran los hombres, las balas y los cañones los que dirimirán los conflictos en la política interna argentina, ahora será el dinero, quien tenga los recursos tendrá el poder concreto en la argentina”, el co Dictador ya estaba planeando su intento de ser alternativa política al gobierno militar y, por lo tanto sabía bien lo que estaba diciendo.
No se equivoco, desde el advenimiento de la democracia y, antes aun, se confundió a la justicia social con la dadiva, la política económica con subsidios para los servicios públicos para que fueran nacionales y populares, se concibió una política impositiva que lo único que hizo fue desmantelar el concepto de propiedad privada, y los empresarios elegían la actividad a desarrollar de acuerdo a la ley de promoción de turno.
Unos más serios otros más corruptos, la clase dirigente empresaria fue, siempre, cómplice de los gobiernos de turno, sean estos democráticos o militares, porque o a través de la protección arancelaria o las promociones nacionales y/o regionales se formo una madeja de gasto publico que, de manera infernal comenzó creciendo con timidez y hoy lo hace escandalosamente.
Hoy empobreciéndonos aun mas con la inflación, y todas las achuras mencionadas puestas en el asador se ha construido un sistema de corrupción intolerable, que ya trasciende las fronteras del país y se asocia con otro país, como Venezuela que, al igual que el nuestro, conculca libertadas, avanza sobre la libertad de prensa, individual y menoscaba los más importantes derechos de su sociedad.
¿Cuántas valijas habrán entrado y salido de nuestro aeropuerto en estos últimos años?, ¿Cuál habrá sido su destino?, ¿Por qué se nos condena a la mediocridad en los bienes so pretexto de protección de la industria nacional?, ¿Por qué no puede ser competitiva y eficiente como lo demuestra ser en Brasil, Perú, Chile y Uruguay?, la demagogia populista interviene activamente en este proceso y, con su actividad lo único que hace que crezca es la pobreza, la indigencia y el desempleo.
Con la cabeza hacia el pasado, como si fuéramos marionetas, los argentinos creemos que estamos reparando los derechos humanos conculcados por la dictadura, Hebe de Bonafini se siente la tutora de esos derechos y manipula con ellos como el gato con el ratón, mientras la cuenta bancaria de las madres se acrecienta de manera formidable, transformándose en vos autorizada, univoca del juicio al pasado histórico argentino, lo malo de ello es que la sociedad consiente y, en ese consentimiento, no pueden operar la fuerzas de seguridad para darnos seguridad, la justicia para que dictamine de acuerdo a derecho y la educación se transforme en un lavado de cerebro en lugar de un mecanismo de superación de los individuos.
Entramos en mayo, el mes del bicentenario y lo que tenemos para mostrar a la sociedad y el mundo es pobre, casi vergonzoso, la argentina desde 1910 hasta la fecha, salvo un breve periodo, solo puede mostrar decadencia, distanciamiento del mundo, estructurado un discurso socialista (ahora se dice progresista) que lo único que hace es seguir adormeciendo a la sociedad con expectativas de un futuro inexistente y complejo, porque un país sin producción, sin inversión con notorios monopolios empresariales, no tiene más opción que sentarse en las rodillas del poder de turno para pedir las dadivas que requiere para funcionar y, tras ellos el valor de la inversión, su eficiencia, el valor del trabajo y su especialización tecnológica, lejos de concretarse se conculcan y manipulea de acuerdo al estado de ánimo del tenedor de la billetera de turno.
Todo esto se hizo, se pudo hacer y se hace, con el consentimiento de la sociedad que, liberada del esfuerzo, no está dispuesta a poner sangre, sudor y lágrimas para hacer una Nación Republicana seria y en lugar de fugarse hacia el futuro, se resguarda en la retaguardia.

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