miércoles, 15 de diciembre de 2010

¡VAYA PRETENCION!

“La mujer del Cesar, no solo tiene que serlo, sino parecerlo”(Dicho popular)





Cuentan las escrituras que, hacen ya dos mil diez años, Jose, un Carpintero, llevaba sobre un burro a su esposa Maria, pronta a dar a luz un hijo. Ya de noche, golpeo las puertas de las casas que encontraba a su paso para buscar un cobijo para que su esposa diera a luz a su bebe.

Puerta tras puerta la respuesta que encontraba era una negativa, ¿cómo este simple carpintero se atrevía, osaba pedir cobijo en las casas para que su esposa pudiera dar a luz?

Nada decía Jose sobre lo que se encontraba en el vientre de Maria, simplemente pedía ayuda, solidaridad, apoyo en la circunstancia pronto a desenvolverse, lo hacía a su modo a su forma, sin dar mayores explicaciones, tan solo un lugar donde guarecerse para que su esposa Maria pudiera dar a luz a su hijo, fuera de las inclemencias de los fríos y los vientos que azotaban a Belen ese día.

Finalmente, ya agotado de tanto buscar, decepcionado de tanta insensibilidad, termino su recorrido en un pequeño establo en donde, con la paja allí encontrada armo una cuna y, con el calor despedido de los animales, pudo ayudar a Maria a parir su Bebe a quien le pusieron de nombre Jesús.

Súbitamente, una luminosa estrella –narran los apóstoles- se poso en el cielo, iluminando el lugar y sirviendo de guía a tres reyes que, desde diversos lugares del confín de la tierra, querían acercarse para adorar a quien reconocían como el Mesías, que tanto tiempo habían predicho los Escribas y los Profetas que vendría a la tierra a redimir al hombre de sus pecados de codicia, desconfianza, desesperanza, falso orgullo y apego a conceptos vánales que nos han llevado a perder la dimensión sagrada de nuestro rol de hombres y mujeres hechos a la imagen de Dios en la creación.

¿Por qué yo he de acceder a privilegios diferentes a los que se le brindaron nada más ni nada menos que a Jesucristo en la noche de su nacimiento?, no soy ni mesías ni enviado, simplemente uno más de tantos, con los dramas y pesares de tantos mas.

Jose y Maria, no pretendieron ser la mujer del Cesar, esto es pregonar quien estaba en el vientre de esa mujer maravillosa que luego, años después Cristo nos la diera al pie de la Cruz como madre, tampoco quisieron parecerlo y, eligieron un triste establo y que un pesebre recibiera al hombre que cambio definitivamente la historia de la humanidad.

La ignorancia es un bien tangible y aceptable, esta tiene el remedio del conocimiento de la verdad, la brutalidad, es aberrante, porque nos transforma en algo menos que animales, ya que ellos –los animales- en definitiva fueron los que le brindaron calor y contención a Maria y Jose en aquella noche de negación.

Podemos ser creyentes, más o menos, bautizados y ser más o menos practicantes, hasta agnósticos y ateos, lo que no podemos ignorar es que desde ese pesebre en Belen, la moral, el sentido del prójimo, el sentido de la solidaridad, misericordia y caridad tuvieron otro sentido, que sería reafirmado sin duda alguna el día de la crucifixión y resurrección del hijo del hombre.

Antes y después de Cristo, decimos hoy en todas las lenguas, en todos los credos, en todo el mundo, este es el mensaje de la Navidad.

No habrá en mi casa ni árbol, ni regalos ni comidas estrambóticas, a las doce, como desde hace ya muchos años, con el calor del afecto, nuestra familia se presentara ante un pesebre y rezara por nosotros y por todos aquellos que de una u otra manera han pasado por nuestras vidas y, entre ellos estará Cristo que conjuntamente conmigo nació en esa fecha.

No escondamos nuestros prejuicios detrás de refranes populares que nada se condicen con la realidad y, no pretendamos que la realidad se haga a nuestra imagen o criterio, en esto se basa el mandamiento surgido de esa humilde parición de Belen: “amaros los unos a los otros, como yo os he amado” porque esta es la verdadera esencia de la Luz, La verdad y la Vida.

Feliz Navidad a todos.

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