Mariano Grondona, editorialista del diario La Nación, suele recurrir, en sus artículos a la analogía, esto es toma un hecho que, tiene relación con el tema que desea tratar y va llevando al lector hacia el tema de actualidad que desarrolla, o utiliza la etimología de las palabras para hacer más comprensible el uso de determinados términos, pues bien, no soy Grondona ni tengo su experiencia y oficio y, por supuesto su conocimiento, por lo tanto suelo ir al grano en mis artículos, aunque a veces, no siempre recurra a la analogía para el desarrollo de mis ideas, analogías más primitivas, más cercanas a lo que a diario nos ocurre que al antecedente histórico.
Hoy, en estas líneas quiero intentar algún aspecto etimológico, no para compararme, sino porque es necesario para la comprensión plena de mi artículo, la palabra que pretendo sea comprendida por parte de los lectores es “boludometro”, este término no refleja la existencia de ningún aparato, medidor o calculador de las “boludeses” que a diario escuchamos, sino que está referido mas a una sensación interna de cada uno, que alcanza diversos grados de ponderación, según la capacidad de cada individuo de aceptar, tolerar o admitir la existencia de la “boludes”, por lo tanto es un instrumento que vibra dentro de nosotros mismos, dependiendo de las circunstancias, los hechos o los dichos a los que debe enfrentarse cada quien.
Expresa también algo de hartazgo, cansancio o impaciencia por parte de quien es sometido a dichos o hechos que, lejos de animarlo lo molestan en principio o, lo alteran al fin de tanta reiteración.
Primera pregunta, ¿sabrá la Sra. PresidentE/A que cada vez que se coloca detrás del atril, pone en funcionamiento el “boludometro”, tanto en los presentes en el auditorio, como a sus oyentes en los medios?, me comentaban días atrás que una empresa multinacional, tomo la determinación de designar dos presidentes, uno para que haga su trabajo, el otro para que esté presente en los actos cotidianos de Olivos, ya que por presión de Moreno, no puede no estar presente. Por lo tanto los asistentes a las “Charlas desde el Atril” no son todos voluntario y, ¡guay! de pegarse el faltazo.
“Desde que iniciamos este modelo en 2003, … “y así cada vez que empieza esta locutora profesional, devenida en vocero del Presidente en Ejercicio, nos “enrosca la viborita”, anunciando obras, promoviendo la venta de electrodomésticos, autos, prestamos para turismo, construcciones de vivienda, nos explica porque han quedado relegados sectores del interior, referidos a pasadas hipótesis de conflicto, responde al campo diciendo que le encantaría que no se paguen impuestos, que hay que mantener el empleo y el valor adquisitivo del salario, pese a la caída en el nivel de actividad, en fin pasado y voluntarismo y mas voluntarismo.
Lula, Presidente de la República Federativa del Brasil no viene exactamente de un sector acomodado de la sociedad carioca, si mal no recuerdo era un importante dirigente sindical de un fuerte e importante sindicato que, desde allí salto a la política y que, luego de varios intentos fallidos llego a presidir el país más grande del continente después de los EEUU.
Pues bien no se le ocurre, no se le pasa por la cabeza a este Sindicalista devenido en Presidente, hablar de que no hay que despedir pese a la caída del nivel de actividad, no se le ocurre a Lula hablar de Convenciones Colectivas de Trabajo, mira la realidad, la interpreta adecuadamente y actúa, ¿Cómo?, reúne a sus ex pares y les propone rebajas salariales para evitar la erosión de los ingresos de las empresas, no sale llorando por los micrófonos increpando a los empresarios, industriales, agricultores y ganaderos o al sector financiero, sobre las ganancias obtenidas en los pasados años en que el contexto internacional era favorable y, dicho sea de paso que bien aprovecharon, sino que trata de resguardar, no solo el empleo, sino también la producción, por lo tanto, Lula tiene sus pies en la tierra, y por lo tanto dice cosas sensatas y hace cosas sensatas, por lo tanto, en Brasil nadie conoce el “boludometro”, invención argentina, motivada por la realidad.
“Las novias pasadas son copas vacías, en ellas pusimos un poco de amor, pasan los días, pasan los meses, traed otras copas que queda licor”, solía citar mi padre, esto es en castellano callejero y en modismos juveniles como decir, las ganancias obtenidas: pelito para la vieja o, “ya fue”. Hubo inversiones, hubo capitalización, mejoro el capital operativo, se financio el crecimiento o los accionistas recibieron su dividendo, que ¿está mal?, por otra parte los empresarios, industriales, etc. también contribuyeron a la recuperación del salario y su capacidad adquisitiva, ¿no se vanagloria el Presidente y la PresidentE/A de ello? “desde el 2003… “
Se necesita más de un viaje al mundo real para que se les abra la cabeza a nuestros dirigentes sindicales, ya sea que usen traje o frac.
El “boludometro” requiere de dos tipos de personas, una las que están hasta la coronilla de los discursos y propuestas absurdas y, la otra de “boludos”, que se prenden en el mensaje mendaz, político y gatopardista que utiliza el gobierno, que revolotea la croqueta de Gobernadores e Intendentes que creen que, con los anuncios han tocado el cielo con las manos, por ejemplo Tartagal. Que atravesando por una situación extrema, había recibido fondos para obras que tenían por efecto contener esos problemas ambientales. No les cuento hasta qué grado llego mi “boludometro” cuando escuche en C5N al Gobernador de Salta diciendo que esto que pasaba venia hasta de Londres.
Ustedes no se imaginan como extraño a Landru, Lino Palacio y otros dibujantes geniales. Como retrataría Landru a Cristina, que diría el otro “yo” del Dr. Merengue de Palacio, no me lo quiero ni siquiera imaginar.
No tome usted a la ligera este artículo, mírese para adentro cada vez que escucha al Gobierno, a la PresidentE/A, al Jefe del Partido Justicialista y dígame que le dicen las “tripas”, pues bien eso quiere decir que su “boludometro” está operando.
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