lunes, 2 de febrero de 2009

VIOLENCIA, ALCOHOL Y DROGAS, UNA ADVERTENCIA A LA SOCIEDAD

¿Qué está pasando con la juventud?, ¿Qué está pasando con la familia?, ¿Qué está pasando con las autoridades?, estas preguntas se formulan, nos formulamos todos los integrantes de la sociedad frente a los desmanes que a diario ocurren en la costa de la Pcia. De Buenos Aires, con los jóvenes que han encontrado en los actos de irresponsabilidad un modelo de diversión que preocupa y hace pensar que estamos frente a una sociedad enferma, empezando por la mismísima familia que es el ámbito primario del aprendizaje, el ejemplo y la responsabilidad.

La familia no contiene, la sociedad es indiferente y las autoridades son tolerantes, y de allí que los jóvenes, bajo los efectos del alcohol y la droga, se dan a la violencia, sin que nadie ofrezca un reparo serio a semejante atropello.

La familia se ve atacada con la falta de trabajo, de perspectivas serias que le posibiliten dar a sus integrantes una visión de futuro genuina, una formación que complementada con una educación eficaz, haga de los jóvenes de hoy seres más responsables y con una visión clara de futuro y que los haga tener conductas socialmente razonables, dentro de la lógica diversión del periodo de descanso veraniego.

Los ciudadanos son indiferentes, solo reclaman cuando se ven directamente afectados y no ejercen ni la solidaridad ni la responsabilidad que les compete cuando ven por las calles, las playas y los lugares de boliche, conductas que deben ser reprochables y, por ende desalentadas.

Obviamente que esta actitud social debe estar respaldada por el accionar del Estado que, no solo desde la prevención, sino también desde la represión ante el acto concreto deben asumir en nombre del bien común y de los pacíficos ciudadanos de la sociedad.

El garantismo sostenido desde la Justicia por los jueces, con el apoyo de algunos miembros de la Corte Suprema de Justicia, da piedra libre a los desmanes y actos de violencia, que se encuentran baja la influencia de las patotas, el alcohol y la droga y, para esto no han ningún tipo de discriminación, sea esta social, económica o educacional.

Ya quedaron atrás las épocas en que los adolecentes, aun con sus problemas de maduración, hacían caso a sus padres, respetaban a sus maestros y temían a la autoridad, la continua disgregación de la familia que se hace desde los medios de comunicación, el mensaje subliminal de la música, que canta a la droga, y al alcohol como un hecho de libertad sin límites, cala hondo en el espíritu de los jóvenes que, terminan actuando como delincuentes bajo los efectos de estos placebos de la vida moderna.

Esto ocurre cuando los valores, los principios y los modelos que les brindamos a nuestros jóvenes no se condicen con aquellos que contribuyen a una formación integral, no solo intelectual , sino que les acerca ejemplos que son dignos de ser emulados, y que no son casualmente ni el dinero, ni los ejemplos que a diario vemos en las novelas o dibujos animados que, bajo la escusa de interpretar los sentimientos de la juventud, desvirtúan el valor de la familia y la propensión al esfuerzo, sea para el estudio o para el trabajo.

Los Obispos Argentinos, y líderes de las Religiones importantes, no cejan en su lucha por llevar a la sociedad la conciencia de que, estos valores son y seran los que hagan que el presente sea más placentero y el futuro más conciliador, creo que, los mayores no solo deberíamos escuchar, sino actuar en consecuencia, para que, podamos vivir en una sociedad menos violenta y ,menos propensa a los placeres fáciles y reencaucemos a los jóvenes en la cultura del esfuerzo, basada en el estudio serio y el trabajo responsable.

He visto a muchos padres lamentarse ex post de estos hechos, cuando tomando las prevenciones del caso, hechos lamentables se hubieran podido evitar. Todos, en definitiva abdican de sus responsabilidades y, allí está el problema a resolver.

Las recurrentes crisis, locales y, hoy la internacional, no generan un escenario muy propicio para que las familias puedan proyectar un nivel de vida razonable para la contención y, por lo tanto operan como contra ejemplo de la mínima seguridad que el hombre y la mujer deben proyectar sobre sus descendientes, y por ende generan una actitud de que hoy es presente y futuro y que hay que vivirlo sin límites y sin reparar en consecuencias.

Por lo tanto no es solo el empleo, el consumo, y la estabilidad laboral lo que está en juego, están también los valores que se sustentan en la posibilidad de que la sociedad tenga, en su actitud una visión de futuro por el que valga la pena la lucha y el esfuerzo.

No hay comentarios: