martes, 5 de mayo de 2009

Tras que somos pocos… ¡Pandemia!*


* (Del gr. πανδημία, reunión del pueblo).1. f. Med. Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región.

Por Enrique García-Mansilla

Todos recordamos el refrán que dice “mal de muchos, consuelo de tontos”, pero los griegos fueron más elegantes en su erudición, que alimento a nuestro idioma con tantos términos que, con cuya sola mención nos hace parecer ilustrados o, como diría Martin Fierro “léidos”.

Claro, dadas las circunstancias ustedes pensaran que me estoy refiriendo a la ya promocionada “gripe del cerdo”, que no necesariamente está referida al animal, ya que es lo solemos decir de los repelentes o de aquellos que no apreciamos, casualmente “cerdos”.

Latinoamérica está sufriendo esta verdadera pandemia de “cerdos”, con excepción de Uruguay, Brasil, Chile, Perú, Brasil y algunos otros, la pandemia política está haciendo estragos.

Bien al sur del continente tenemos a Lugo, el prolifero Presidente del Paraguay, ni que decir de Bolivia, con el inefable Evo Morales, por casa no andamos mejor, por el medio lo tenemos al primo hermano de Fidel, el Nicaragüense Ortega y, y por supuesto el líder de todo este chiquero, el Bolivariano Chávez.

Este virus se instalo en Latinoamérica allá por la década del 50, en el siglo pasado de la mano del inefable Fidel que, aun desde su retiro, todavía sigue marcando el camino, con absoluta tenacidad, ya que debieron pasar cerca de 50 años para que su predica cale en la región hispanoparlante.

Como dicen por aquí, en mi barrio, tanto joder que al final lo logro: nos contagio.

Cuando la social – democracia europea aprendió como debía gobernarse para que sus pueblos crecieran y se consolidaran en sus posiciones de poder, nosotros los latinoamericanos , al menos algunos, nos enfermamos de una fiebre que ya se consideraba superada en el mundo.

A la izquierda de su pantalla, señores, esta Gordon Brown en el Reino Unido, Zapatero, en el Reino de España, ni que hablar de los países bajos, o de los ex KGB de la vieja Unión Soviética, o de los mismísimos Demócratas de los EEUU, hoy de la mano del joven afroamericano Barack Obama, porque no de Doña Michelle Bachelet en Chile y no podemos dejar afuera al Sindicalista de izquierda Lula da Silva, en el Brasil, nosotros y los arriba nombrados pandémicos. A su derecha ¿que tenemos? pues a Sarkozy en “La France” y al inefable Berlusconi en Italia ¿en qué bando jugamos?, porque lo único en común que tenemos con esa social – democracia o esa derecha es la terminología dialéctica.

Ni que hablar si hablamos de economía, y como han cambiado las estructuras productivas de esos países a los que incluyo al Japón, la India, Corea y China, mientras nosotros y los africanos estamos entre los díscolos del mundo, porque, salvo las excepciones mencionadas, tenemos en común la imprevisibilidad, el personalismo, el crecimiento de la pobreza, la caída en los niveles educativos, altas tasas de mortalidad infantil y sobre todo, el más amplio desapego a las normas Republicanas, que escondidas tras las practicas “democráticas”, ejercemos con un autoritarismo y unicato que, lo único que nos propone es , o nosotros o el caos.

Recordemos que, casi todos estos mismos países, después de la segunda guerra mundial tuvimos el placer de caer en el militarismo fascista, algunos intentos democráticos y, luego para frenar el avance marxista cubano, los gobiernos militares dictatoriales, bendecidos por el ex actor Ronald Reagan, en su protagónico como presidente de los EEUU.

Estas cosas que hemos venido haciendo, probando e inventando con alquimias políticas y económicas hemos llegado hasta acá, con lo que tenemos y padecemos, ahora me pregunto: ¿no podemos probar ser serios, coherentes y previsibles, aunque más no sea para ver qué pasa?

En la última “cumbre” de los países de América y el Caribe, estos personajes pandémicos, se rompían el hígado a codazos para aparecer cerca de Obama o, mantener una reunión con el, en la creencia que “el imperio” ha cambiado por el color y las ideas del “imperator” de turno.

No nos confundamos, ni USA va a cambiar tanto, ni nosotros experimentaremos la seriedad, porque cuando vemos la dirigencia que tenemos, de uno u otro lado del mostrador, con alguna honrosa excepción, da escalofríos, por lo tanto en nuestro país, pase lo que pase el próximo 28 de junio, aniversario de la Revolución Argentina de Juan Carlos Ongania, habrá caos, y las instituciones democráticas funcionaran como lo han hecho hasta hoy, p’ la merda.

Ojo, no soy pesimista, pero es necesario tocar fondo, pero fondo de verdad, para que, golpe tras golpe, podamos aprender a ser una verdadera República, porque al menos nosotros, los argentinos, hemos elegido este camino de aprendizaje, por una sola razón, no leemos la Constitución, las lecciones del pasado no nos han dejado suficientes experiencias, los serios en nuestro entorno no nos contagian y, además somos tan inmaduros que no queremos aprender de los más viejos, y es por ello que no podemos salir de la adolescencia política en la que vivimos.

No se olvide, el próximo 28 de junio, lávese las manos antes y después de votar, hágalo con barbijo, y cuando se entere de los resultados, no se tome la fiebre, porque no será de gripe del cerdo de lo que estará enfermo, sino de desilusión, porque nadie ni a la derecha, la izquierda o el centro de su pantalla señor, señora, nos está ofreciendo nada que nos haga sentir que empezamos a salir de la pandemia en la que estamos sumergidos, y para no profundizarla, no le demos todo el poder a los “cerdos”

Nota del autor: pido sinceras disculpas a los pobres cerdos que no son los culpables de que nosotros lo seamos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Enrique García - Mansilla

Totalmente cierto, todas y cada una de las palabras. Roguemos para que Dios ilumine a una sociedad que recién el año pasado, y muy lentamente para mi gusto, había comenzado a reaccionar con el tema del campo. Como los tiempos se acortan y cada vez más, creo profundamente que el 28 de junio sea el punto final para la mayoría con la que cuentan en Diputados y Senadores. Que Dios nos ilumine a todos.

Cordialmente,

Sarita Vigna
saritavigna@gmail.com