Por Enrique García-Mansilla
“Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina”
“Con la democracia se vota, pero también con la democracia se come, con la democracia se cura, con la democracia se educa.”
Quizás el mejor homenaje que puede efectuarse al Dr. Raúl R. Alfonsín que el 31 de abril a las 20:30 hs. falleciera es recordando dos mensajes que estuvieron siempre presentes en la campaña política que lo llevo a la Presidencia de la Nación en las elecciones del 30 de octubre de 1983, con el voto masivo de gran parte de los argentinos.
En el recitado del Preámbulo de la Constitución Nacional nos recordaba que éramos una república, y dentro de esa república la democracia era la forma en que los argentinos habíamos, en 1953, decidido presentarnos al mundo como una Nación seria y previsible.
Su utópica retórica sobre los contenidos de esa democracia siguen siendo una deuda pendiente en la República, pero efectivamente lo que Alfonsín pretendía era demostrar al pueblo que no era necesario mesianismos autoritarios para que la Argentina lograra ser un país importante, con igualdad de oportunidades y bienestar general. La deuda democrática aun existe.
En otros artículos hemos dicho que desde el renacimiento democrático de 1983 la argentina ha ido perdiendo calidad dirigencial, el fraccionamiento de los partidos políticos, los ensayos de política económica y una pesada deuda externa heredada de la dictadura, no han podido resolver los problemas económicos que aquejan a la Nación.
La política, de la cual Alfonsín hizo un culto, ha ido enrareciéndose, las luchas de facciones, la pérdida de autoridad de los grandes partidos han ido generando espacios que no necesariamente se han podido consolidar y, que llegando al Gobierno han gobernado mirando mas a la propia clase política que a los hombres y mujeres que les dieron la representación.
No fue en lo económico quizás es mayor éxito de la gestión presidencial de Alfonsín, muy por el contrario, la hiperinflación le exploto en las manos y ello obligo a una entrega anticipada del poder, en manos de su contrincante partido Justicialista, entonces encabezado por el Dr. Carlos Menem.
Alfonsín gobernó con la precariedad de la transición, en donde tuvo que enfrentar muchos hechos que trabaron su gestión gubernamental, 12 paros sindicales, tres levantamientos militares, uno de ellos sangriento como la Tablada, tuvo que restringir o limitar los juicios a los integrantes de las Fuerzas Armadas, que tan criticados fueron posteriormente, sin contemplar que las circunstancia del momento imponían esas limitaciones para preservar la integridad y continuidad democratica, no obstante sentó en el banquillo de los acusados a sus antecesores en un hecho sin precedente en el país y el mundo, como también fuera sin precedentes el Proceso militar que le toco suceder.
Será la historia la que juzgue su gestión en todos sus detalles y con todos los ingredientes que le toco vivir, pero hoy no podemos negar que Alfonsín en particular y el Radicalismo en general, en esos momentos representaron una vuelta a la ética responsable del modo en que se debían encarar los problemas del país.
Dio por tierra las tradicionales hipótesis de conflicto con Brasil y conjuntamente con Sarney en Brasil, Sanguinetti en el Uruguay y su par Paraguayo, firmaron el tratado del Mercosur que, luego con el correr del tiempo se tornaría en un mercado común latinoamericano, ampliando las fronteras de los países y generando una unidad política y económica que ha soportado todo tipo de avatares.
Cerro, con el tratado con Chile un diferendo que llevaba años y que puso a ambos países al borde del enfrentamiento bélico, con la contribución y mediación de la Santa Sede, que posibilito que Chile y Argentina se transformaran en importantes socios comerciales años mas tarde.
Hombre de verba electrizante, capaz de trasmitir toda su pasión por la democracia, como verdadero sustento de la democracia, no dejo de reclamar a partidos políticos y políticos en general, propios y extraños la deuda que la democracia tiene con los marginados, los pobres y desocupados, siempre basado en la ética de la solidaridad que lo acompaño en todos sus actos de Gobierno.
Lo cierto es que la democracia, iniciada aquel 10 de diciembre de 1983, aun no ha saldado su deuda con la sociedad, hemos ido perdiendo la austeridad republicana, hemos continuado los enfrentamientos estériles entre hombres políticos que priorizan sus propias ambiciones, no hemos logrado generar una inserción razonable en el mundo, es más nos hemos ido apartando cada vez mas.
Alfonsín deja muchas enseñanzas, no solo por lo que fue, por lo que hizo o, como el mismo lo dijera por “lo que no supo o no pudo” encarar desde su gestión de Gobierno, quizás ahora desde otro sitio el mismo pueda decir, ¿Por qué otros, lo que lo sucedieron tampoco pudieron o supieron hacer aquello de lo que el tanto se lamentaba?
El 31 de abril, a la 20:30 horas murió un gran demócrata, un republicano integro, un político honesto y austero, la historia lo juzgara hoy el pueblo argentino lo honra.
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