lunes, 31 de agosto de 2009

El precio de la gobernabilidad


La institucionalidad no se justifica con la gobernabilidad a cualquier precio o al menos al precio que el gobierno pretende imponer.
Nada, absolutamente nada de lo que se dice, se hace o se promete, al menos en la argentina de hoy, genera tanto confianza como credibilidad.

Por Enrique García-Mansilla

¿Estamos dispuestos los argentinos a pagar el precio de la gobernabilidad a costa de que el gobierno avasalle los principios Republicanos y democráticos, chavizando los medios de prensa, utilizando fondos públicos en medio de altos niveles de pobreza e indigencia para destinarlo al supuesto “futbol gratis”, desconociendo la voluntad popular o tergiversándola, hacerle el juego a Chávez, Correa y Morales en el UNASUR, cooptando voluntades de políticos como la Senadora Latorre o la ex Diputada María Laura Alarcón, aprovechándose de un fallo de la Suprema Corte para producir una reforma a la ley de la lucha contra el narcotráfico que siga manejada por los punteros políticos en connivencia con los narcos, continuar destruyendo la producción agrícola ganadera, ignorar la palabra de los Obispos que advierten sobre la pobreza e indigencia, descalificándola, etc.?
La institucionalidad no se justifica con la gobernabilidad a cualquier precio o al menos al precio que el gobierno pretende imponer.

Por el contrario preservar la institucionalidad significa poner freno a esta forma de gobernabilidad que ya ha empezando a mostrar el gobierno que, aun con la aprobación de sus senadores y diputados, vetó artículos de la Ley de Emergencia Agropecuaria que postergaba el pago de retenciones por un periodo determinado.

La propia Constitución Nacional establece las prevenciones y cuidados que hay que adoptar para preservar su vigencia y habilita mecanismos “institucionales” para que ello ocurra, ya que nadie espera que CFK sea depositada en camisón en ninguna nación latinoamericana, tal como ocurrió con Zelaya.

No hay economista serio en el país que no deje de expresar su preocupación por la situación económica de los próximos meses ni que decir el próximo año, el gobierno no está dispuesto a esperar que la nueva configuración del Congreso analice el presupuesto que lo apruebe y lo modifique o rechace si estima que sus cifras e indicadores no son aceptables para la nación.

Una ley de radiodifusión no es una legislación temporaria, pero este gobierno, al igual que con las AFJP, no pretende una ley importante y que perdure en el tiempo, sino que sacie sus deseos de enfrentamiento con los medios independiente, entre ellos el Grupo Clarín, y no es casual que este mismo procedimiento sea el próximo objetivo del asesor del matrimonio gobernante el bolivariano Chávez.

La integración al mundo no se resuelve con una reunión con el responsable para el hemisferio del FMI ni con las reiteradas expresiones de resolver los hold outs o la deuda con el Club de Paris, sino adecuándose a las reglas políticas y económicas que el mundo serio espera de países serios y aquí no hago distingos de ideologías, sino de acatamiento a las propias normas internas del país en lo político y de racionalidad en lo económico, o seguridad jurídica como sustento de un estado de derecho: esto es confianza y previsibilidad.

Nada, absolutamente nada de lo que se dice, se hace o se promete, al menos en la argentina de hoy, genera tanto confianza como credibilidad. Con velocidad borramos con el codo lo que escribimos con la mano y la crispación social es una suerte de evidencia de ello.

“Apostar a la bolsa y no apostar a monedas extranjeras” es más una expresión que una realidad; en lugar de efectuar estas manifestaciones la PresidentE/A debería analizar que hace el gobierno o que no hace para que esta sea la triste realidad de nuestro país.

Todo, absolutamente todo es un acto de cinismo político que ya no merece ni ser comentado o analizado, porque se expresa por sí mismo en la realidad cotidiana.

Así como la sociedad está cansada de la continuidad de la confrontación gobierno/campo, también lo está de la mentira, la metodología del enfrentamiento, la descalificación del que discrepa, o el ninguneo a los gobernadores y Jefe de Gobierno capitalino.

Nada mas exalta la felicidad del matrimonio reinante que la dispersión y la confrontación de la oposición, pues en esa división, en esa actitud, encuentra los fundamentos para anunciar que, perdiendo, ganó.

Roberto Cachanosky, se pregunta y contesta en economíaparatodos.com: “¿Qué puede esperarse de un matrimonio que ni siquiera tiene el honor de aceptar una derrota electoral y sigue actuando como ni no hubiese perdido?
Viendo este despreciable comportamiento ético del matrimonio, me animaría a decir que lo que acaban de hacer con el fútbol, perjudicando a los pobres para beneficiar a unos pocos que ganan fortunas, de aquí hasta que comience a sesionar el nuevo Congreso veremos muchas más arbitrariedades, casi una orgía de venganza y empecinamiento en disfrutar como llevar a cabo actos de venganza y populismo barato, usando un poder que no les fue otorgado para eso”.

Nada alegra mas al gobierno que la manifestación de los que empiezan a postularse para sucederlos, quieren que ello ocurra para degradarlos, cooptar a sus colaboradores, exponer sus defectos y enlodar sus virtudes, valores que a ellos poco interesan, y cuyo discurso populista intenta esconder.
Esta gobernabilidad, finalmente, destruye a la Republica, por lo tanto convoco a aplicar la Constitución de la Nación Argentina, única arma válida para proteger a la Nación.

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