jueves, 9 de octubre de 2008

Hemos perdido la confianza, sostengámonos en la esperanza


Los mercados no dejan de caer, ya no hay anuncio o medida que genere en los diversos mercados la confianza necesaria para que detenga su caída que, pareciera no tener piso.

Por Enrique García-Mansilla


Hablan los presidentes de los diversos países europeos, los ministros de economía, los bancos piden plata al estado a manos llenas, el Secretario del Tesoro de los EEUU hablo en la fecha y lejos de generar tranquilidad, los mercados siguieron cayendo, las tasas bajaron y los mercados siguieron bajando, tenemos pendiente de implementación el Plan de Rescate recientemente sancionado, y los mercados siguen bajando.

¿Qué hay que hacer ahora?, es difícil dar recetas, lo cierto es que yo no las tengo, ya que si así fuera no estaría detrás de mi maquina escribiendo este articulo, pero tengo la sensación de que cada sobreactuación que se efectúa en esta crisis, sea desde los Bancos Centrales, sea desde los Ministerios de Economía, lo único que generan es mayor nivel de desconfianza, que no alcanzan a ser convincentes para los operadores, los ahorristas y al público en general, por lo tanto el sentido común me dice, no hagamos nada más.

¿Cómo?, así es nada mas, los mercados tocaran su fondo, así como los mercados percibieron que habían tocado un techo o, en algunos casos sobrepasado sus techos, tal el mercado inmobiliario, la reacción de esos mismos mercados fue, “nos vamos” y comenzaron a vender.

¿Puede hoy el Gobierno Americano, en retirada y a tan solo unos meses de irse a su casa generar confianza? Absolutamente no y, hay que decirlo, mas aun cuando la perspectiva es que gane un candidato afroamericano, inexperto, que habla de regular hasta las hamburguesas y las “french fried”, por lo tanto será un problema de quienes tomen el gobierno los que podrán poner un parate a esta crisis, porque de ellos será lo que les falta a los que se van: credibilidad.

¿Tomaría medidas para la repatriación de capitales en la argentina?, la verdad que lo primero que me surge pensar es “el que se fue sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen”, por lo tanto primero dejaría que se llenen las cajas de seguridad, los colchones, las latas de yerba y, después con más tranquilidad tomaría las medidas acordes para que esos dineros puedan ir apareciendo en el sistema formal, sin caer en los viejos criterios de porque beneficiar a los que no pagan, si yo pague siempre.

El ciudadano común ya está absorbiendo las realidades de esta crisis, sabe que su trabajo está en riesgo, que sus ingresos serán menores, que su deuda es mayor que el valor de los bienes que la respaldan, en fin , el estado de supe bienestar se termino y habrá que volver a las fuentes: trabajar.

La plata no hará mas plata en el futuro, las economías se han de recuperar con trabajo, vea usted: las acciones de una fabrica bajan y bajan, pero sus maquinas siguen allí, no pierden capacidad de operación, siguen produciendo la misma cantidad de bienes, para manejar esta máquina se necesita de la misma cantidad de obreros y sus productos siguen siendo necesarios en el mercado. ¿Pero no habrá crédito para operarla?, la producción será menor, las ventas serán más chicas y los márgenes más pequeños y, por lo tanto habrá, un menor nivel de obreros y empleados en las organizaciones, y, será allí cuando el estado deba salir a efectuar la contención, por lo tanto, no nos gastemos todos en querer reflotar el Titanic, porque no habrá plata que tape el buraco.

En nuestro país, los gobernantes y los técnicos, deberán estar atentos y cuidar que la ecuación que logro el crecimiento en el país se ordene, tener una conducta, tantas veces repetida, jamás ejercida, que es austeridad Republicana, y esto no significa dejar de servir café en la administración pública y substituirla por mate, esto quiere cuidar las reservas y no salir a pagar contado aquello que puede ser refinanciado, no tentarse con alquimias financieras para resolver a los que quedaron fuera del canje, hacerlo directa y racionalmente, como dice un amigo mío, “hagamos corta la bocha”, cuando sea oportuno.

Tal como dice Eduardo Feinman al cierre de cada noticioso, en 24 horas el mundo y la argentina puede cambiar y tiene razón, ya que eso es lo que estamos viendo, ya que lo que está ocurriendo es un tremendo proceso de cambio en el mundo, su interrelación y, la única incógnita que no podemos despejar es el futuro, simplemente porque esto no es matemáticas.

La economía es como los libretos de las obras teatrales, la escriben los escritores profesionales, las actúan los actores y las dirigen los directores, esto es, cuando se adoptan medidas, se las hace sobre el papel, lo único que no podemos predecir es cuál será la reacción del público, que es en definitiva el que genera la aceptación o rechazo de la obra.

Que mejor momento que este para que, los sectores de la producción, el trabajo y el gobierno se sienten a buscar puntos comunes que prevean una continuidad productiva, una racionalidad en las demandas de salarios y un estado que vele por el cumplimiento de los acuerdos, con una importante participación en la fijación de impuestos para que, nadie pegue el manotazo en el medio de la confusión. La realidad está actuando por omisión, y la inflación, flagelo argentino, está en desaceleración, pues no perturbemos a la naturaleza y dejemos que los precios se acomoden a la realidad. Lo peor que nos podría ocurrir es querer modificar las necesidades conducentes.

Por lo tanto trabajar sobre cimientos fuertes de identidad común o como mas precisamente dijera Benedicto XVI: "Sobre la arena construye quien construye solamente sobre las cosas visibles y tangibles, sobre el éxito, la carrera y el dinero. Aparentemente, éstas son las verdaderas realidades, pero todo esto un día pasará. Lo vemos ahora en el derrumbe de los grandes bancos: este dinero desaparece, no es nada. Y así, todas estas cosas que parecen la verdadera realidad sobre la cual contar son, en realidad, de segundo orden".

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