lunes, 13 de octubre de 2008

Liderazgo y autoridad



Por Enrique García Mansilla



Nadie en su sano juicio podrá decir que he sido complaciente o generoso en mis críticas a la actual Administración Nacional; aun en aquellas cosas en las que he estado de acuerdo he encontrado siempre elementos para la crítica, tales los casos del Pago al Club de Paris, la propuesta efectuada por los Bancos para pagar a los Bonistas que quedaron fuera del canje, la sustentación del superávit fiscal, la política de engaño del INDEC, la presencia de Jaime, Moreno y Etchegaray en el Gobierno que, conjuntamente con el Ministro De Vido han constituido una magnifica asociación ilícita, la corrupción encaramada en casos como Scanca, que incluye a los Techint, Astra Evangelista y Contreras, las exportaciones de piezas de FAL efectuadas por Nilda Garre, la plata de Santa Cruz, sobre la que jamás se dio una explicación convincente, la mentirosa y parcial política de Derechos Humanos conducida por la Sra. De Bonafini y su asesor el hijo dilecto Sergio Shoklender, la marroquinería de Antonini Wilson, el financiamiento de la campaña presidencial con recursos de los narcos, en fin la serie de desatinos y delitos ocurridos en nuestro país desde 2003 hasta la fecha, y seguramente me olvido de otros tan o más significativos que los mencionados.

No obstante ello, en las presentes circunstancias debemos todos, dejar de lado, aunque sea por un momento o tiempo, estas cuestiones y abroquelarnos con el Gobierno para contribuir a que,en el desenvolvimiento de esta crisis el país pueda salir lo mas indemne posible, aunque ya sabemos que pagara algunos costos que se reflejaran en la sociedad, su comportamiento y posición económica.

Con que contamos hoy para enfrentar esta crisis: superávit fiscal, esto quiere decir no necesitamos buscar financiamiento externo que hoy no existe para sostener un déficit, superávit comercial, es decir tenemos dólares favorables por lo tanto no tenemos que poner plata de nuestros bolsillos para cubrir una cuenta corriente deficitaria, no tenemos capitales golondrinas en abundancia que mas que golondrinas son de rapiña, porque al primer cambio de viento se mandan mudar, ya que su finalidad es la hago y me voy.

Tenemos un sistema financiero más robusto que en el pasado, porque el miedo a que la historia se repita, han sido más conservadores en sus préstamos y han preservado la liquidez, hoy el crédito en el sistema bancario no supera el 11% del PBI, si bien poco o nada hemos hecho para frenar la inflación, la misma se está desacelerando en virtud de esta crisis ya que las expectativas han cambiado y como el miedo no es zonzo y los argentinos tenemos un máster en crisis, hemos empezado a desacelerar nuestros consumos, preservando nuestros pesitos, por las dudas.

Leyendo hoy el diario Clarín se puede ver que las recetas del Pro, Coalición Cívica, los Radicales y el partido unipersonal Julio Cleto Cobos coinciden más o menos en las propuestas sobre lo que habría que hacer para evitar que esta crisis nos agarre con más profundidad. Por lo tanto, ya tenemos una oposición que coincide, ahora hay que armonizar estas opiniones con las actitudes del Gobierno, que tampoco están muy lejos de lo que los opositores anuncian.

Empresarios y obreros coinciden en que hay que tratar de mantener cierto nivel de actividad y evitar que los excedentes de los países en recesión no terminen a precios de escándalo en nuestro puertos desbancando a los productos de fabricación nacional, esto no debe implicar una actitud proteccionista o de cierre de la economía ya que esta es siempre una buena oportunidad para alertar a nuestros empresarios a generar más niveles de competitividad, colocando en el mercado productos de calidad, cantidad y precio y no se desboquen frente a una actitud proteccionista del Gobierno. Por lo tanto es sana su preocupación y hay que atenderla pero ojo, nuestros empresarios no son ni santos ni generosos, les encanta ganar sin importar a costa de quien o que.

La flotación administrada (flotación sucia) que hace nuestro Banco Central ajustando el tipo de cambio a niveles compatible con la realidad regional sin que ello genere mayores niveles de inflación no me parece una política desacertada, en tanto y en cuanto la misma se encuadre dentro de una política global de contención inflacionaria, freno de la recesión y expansión exportadora. Como dice Borenstein en su columna de hoy en Clarín, muy divertida por cierto, “si los chinos y europeos no tienen guita volverán a comer arroz y nosotros nos meteremos la soja, el lomo, el cuadril, y otros productos en el toor”. Por lo tanto hay que tener en cuenta esto también.
Lavagna, propicia la constitución del Consejo Económico y Social, como ente que monitoree los efectos de la crisis y proponga las soluciones, o sea hace más o menos lo mismo que recomendaba Perón, es decir crear un organismo colegiado para que trate un tema en donde nadie se va a poner de acuerdo, mientras el Gobierno hace y deshace a sus anchas. A mi juicio no lo creo un instrumento válido ya que el Gobierno debe escuchar a los actores y actuar con autoridad y eficiencia.

Caramba, si leemos el primer párrafo, y vemos lo ocurrido en los meses que corren de la gestión de la PresidentA nos empezamos a preocupar, porque el tema de la autoridad es todo un tema, desde la máxima Magistratura del país para encarar esta y/o cualquier crisis. Y prueba de ello es lo que le pasa al Sr. Bush y su Secretario del Tesoro que, frente a cada discurso, las bolsas que se venían recuperando o morigerando sus caídas se desploman de una manera incontenible tal como hemos visto la semana que paso.

Debemos esperar además de menor nivel de actividad, menor nivel de ganancias en las empresas, por lo tanto menor inversión; los asalariados perderán algo de su poder de compra, pero la conservación del empleo es prioridad, el gobierno menor nivel de recaudación, por lo tanto deberá ajustar la política fiscal desandando subsidios que distorsionan los precios de la economía, el Club de Paris deberá cobrar a los premios y con una tasa razonable o sea actuar con inteligencia y no espasmódicamente al igual que los bonistas que quedaron fuera del canje que deberán aceptar un acuerdo más beneficioso para el país que el de los que lo aceptaron originariamente y, fundamental, no deberemos atarnos a dogmatismos o preconceptos con los organismos multilaterales de crédito, sea este el FMI, el Banco Mundial o el Banco Interamericano. Ya que, en el caso del FMI al estar tan desprestigiado con sus recetas, no está en condiciones de imponer esquemas económicos a nadie y sus actitudes serán más flexibles, a la luz de la última Asamblea Anual en conjunto con el Banco Mundial.

Por lo tanto, aquí la cuestión es de liderazgo político y autoridad presidencial, y para ello hay que dejar de lado los enconos, reunirse con el campo, revisar rápidamente los problemas que aun están irresueltos, y ponerse a trabajar para que esa máquina funcione y este aceitada para generar divisas y alimentos a precios competitivos y volúmenes suficientes, desarticular resoluciones contradictorias, rever la política de retenciones, hacer política energética, flexibilizar el proceso exportador para que, las operaciones fluyan con eficiencia y no agreguen mayores costos a la cadena de valor.

Frenar algunas, obras públicas, sobre todo aquellas que no aportan nada a la prosperidad general, caso del tren bala, y concentrarse en aquellas que han de generar mayor y mejor nivel de actividad en los sectores productivos o proteger a los marginados del sistema económico.

Fortalecer al máximo la autonomía del Banco Central, eliminando de la ley de presupuesto cualquier artículo que morigere, debilite o perturbe dicha autonomía, dado el importante rol de esta entidad en el proceso que habremos de atravesar. Eliminar los superpoderes y darle al Congreso una participación incuestionable en los procesos de decisión vital para el sostenimiento de la economía, al decir de la PresidentA, más institucionalidad, para que las decisiones sean aceptadas sin dudas por la sociedad toda, no debe ser esta una cuestión discursiva sino un hecho insoslayable en la actualidad nacional.

El Gobierno, debería citar a la oposición con representación en el parlamento y a los diversos sectores representantes de la economía, escucharlos, recibir sus recomendaciones y, si es menester, sin soberbia y con humildad efectuar las correcciones que sea necesarias para evitar males mayores ya que nadie le pedirá a la PresidentA que abandone la redistribución de la riqueza sino que el modelo de acumulación sea más equitativo y no como hasta la fecha, mas enunciado que concretado.

Generar autoridad y liderazgo es como decir “Credo in unum Deum”, no hay solución mágica, y todos, opositores, agentes sociales y sectoriales deben, en esta circunstancia deponer las actitudes apocalípticas y colocar a sus mejores hombres e intenciones al servicio de la Nación y el bien común, pasada la crisis, ya tendremos tiempo y espacio para volver a las diferencias políticas y a los cuestionamientos de fondo.

Porque en el fondo es lo que el pueblo pide al gritar con pasión “el pueblo unido jamás será vencido”, es un pedido, es una súplica, es una demanda a nuestros dirigentes. ¿No será demasiado pedir a tanta pobreza intelectual y moral y al vacío ideológico de nuestros dirigentes?
Nada perdemos con probar.

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