miércoles, 12 de noviembre de 2008

Derecha igual centro, izquierda igual progresismo: los eufemismos

“Cuando buscamos la verdad, lo primero
que se nos presenta, son sus ocultaciones”

J. Ortega y Gasset

Por Enrique García-Mansilla

La dispersión de la oposición no es un hecho nuevo, viene desde hace muchos años, yo me remontaría a la revolución de los Coroneles de 1943 que catapulto a Juan Domingo Perón a la Presidencia de Nación.

Hace algunos años viajando a la Pcia. de Santa Fe con un amigo empresario muy compenetrado en los procesos políticos nacionales, tuve la oportunidad de exponerle mi teoría, hoy quiero compartirla con mis lectores ya que en mis últimas entregas he dedicado artículos a lo que considero la necesidad de que se vaya estructurando la oposición para que, desde lo institucional, podamos desarmar esta trama maligna que encumbra al poder kirchnerista y hace que el peronismo sea visto como única alternativa de poder en el país.

La continuidad del golpe de 1943 reflejada con el triunfo peronista de 1946 tuvo una consecuencia política innegable que ha sido la concentración muy fuerte del pensamiento político en lo que entonces se denomino el fascismo y hoy se categoriza como la derecha, este hecho motivo entre otras cosas que no surgiera en el país una izquierda efectiva, no solo telúrica, sino que además de principios, ideas, hubiera podido estructurar también cuadros políticos y planes de gobierno, preparados para ejercer la conducción de la Nación con políticas acordes con su ideario socialista.

Perón ensayó el proyecto nacional socialista de fines de los años treinta que se estructuro en Europa e impidió que surgiera una alternativa política a sus ideas, es así como, tomando gran parte del ideario socialista, desde la Secretaria de Trabajo y Previsión primero y desde el Poder después instrumentara políticas que vació de contenido a la izquierda argentina. No olvidemos que Perón, les guste o no a los militantes y partidarios que lo siguieron y que aun dicen seguir su ideario, fue siempre y ante todo un militar, por lo tanto se formó en el partido militar que quedo expresado en la revolución del 30 que encaro el General Uriburu, fundador del mismo en la Argentina.

Esta actitud anti izquierdista de Perón vació de contenido a cualquier ensayo de izquierda que se intento implementar en la argentina, incluso los mismos movimientos guerrilleros de la década del setenta terminaron siendo cooptados por Montoneros que, si bien coincidían con organizaciones armadas de izquierda, terminaron liderando la lucha subversiva contra el orden constituido.

La iglesia Católica acompañó hasta su enfrentamiento esta política peronista que no era atea sino con un alto contenido de la Doctrina Social de la Iglesia, de donde surgieron los máximos dirigentes subversivos, y no pretendo hacer aquí un juicio de valor sino reflejar lo que a mi juicio se dio en los hechos y acontecimientos políticos que marcaron la década del cincuenta.

Esta actitud política hoy enmarcada en lo que se denomina el campo Nacional y Popular contagió al Radicalismo que fue oposición a Perón en tópicos muy puntuales pero que, en definitiva, tenían una fuerte coincidencia en los aspectos económicos. La necesidad de acceder al poder del radicalismo lo llevo a coincidir en los principios peronistas básicos: estatización, manejo de una economía cerrada, poca apertura al mundo y fomento del poder sindical que, siendo la rama fuerte del peronismo, el radicalismo nunca pudo atraer.

Quedaron del otro lado del arco político el conservadorismo y el socialismo, ambos sectores muy dispersados, generalmente basados en el personalismo y en el caso de los conservadores, basados en una fuerte carga de su ideología que no logro aggiornarse a las nuevas modalidades que se iban produciendo en el mundo. Lo ocurrido con el socialismo colectivista ya lo hemos vivido con la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Esta falta de estructuración de partidos de izquierda genero una amplia franja de partidos de derecha que desde un extremo nacionalsocialista hasta otro liberal capitalista viene actuando en la política nacional desde aquella revolución del 43.

El Peronismo es tan amplio y generoso que ha podido pasar desde las ideas más liberales con Carlos Saúl Menem a los más feroces detractores de las políticas de los noventa. Por lo tanto la generosidad peronista tiene lugar para todos, no importa en qué lado de la raya militen.

No quiero decir que en lo económico haya coincidencias generalizadas, mucho menos en estos momentos que el Gobierno Nacional ha optado por una vuelta al pasado con formas de estatización que, en algunos casos, llegan a lo confiscatorio, como es el caso de las AFJP. Podemos afirmar que este gobierno como expresa el dicho popular, “no es chicha ni limonada”, ya que los slogans utilizados son tan generales que como la dialéctica marxista suenan bien en todos los oídos, el “como” es lo que importa, solía decir el Capitán Ingeniero.

Por lo tanto, a mi leal saber y entender y que me perdone mi fallecido amigo Jorge Abelardo Ramos, no tenemos una izquierda seria, solo se mueve para garrotazos en Quebracho o el Partido Obrero, de poca o ninguna significación electoral, y los de “centro” le tienen un miedo atroz a ser tildados de derechistas por la asimilación de ese mote a los gobiernos militares, sobre todo al que gobernó desde 1976 a 1983.

Sarkozy en Francia no ha tenido ningún problema en presentarse como la derecha en su país, de la misma forma que Tony Blair y Gordon Brown o el mismo Zapatero, no han tenido pruritos en ir acercándose al centro ideológico.

A los argentinos nos gusta el péndulo, o caminamos por una vereda o por la otra, mientras el mundo, al menos el occidental, camina por la raya del medio en donde algunos partidos pisan con la derecha y otros con la izquierda pero siempre, en todos los casos, un pie queda en la raya.

No sé si convencí a mi amigo en aquel agradable viaje, no si convenceré a mis lectores, pero este artículo no pretende otra cosa que ensayar una teoría que a mí me resulta aceptabl, a la luz de la historia política de los últimos cincuenta años.

Lo cierto es que, ideas a parte, cualquiera sea el signo político de quienes gobiernan o legislan, el dialogo honesto, la conducta correcta y la austeridad republicana en los actos y acciones de gobierno, son principios universales aplicables a cualquier ideología porque el que ejerce el mandato lo hace en nombre de la sociedad y sus recursos, por lo tanto, su aplicación debe ser clara y trasparente como diría Mariano Grondona, república viene del latín res – publica, es decir cosa pública.

Qué bueno hubiera sido que, en la modificación de la Constitución del 94, en lugar de tantas pavadas hubiéramos resucitado el famoso “juicio de residencia” que se utilizaba en la vieja colonia de Indias.


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